Un millar de bomberos continuaban este miércoles 21 de junio su lucha sin descanso en el centro de Portugal contra los incendios forestales, con el fin de evitar una nueva tragedia, después de que las autoridades consideraran que el principal foco estaba controlado.
El incendio en torno a Pedrogao Grande, que se desató el sábado y que causó 64 muertos y 204 heridos, "está bajo control", esto es, contenido pero no apagado, explicó el comandante regional de Protección Civil, Vitor Vaz Pinto.
Sin embargo, el fuego se ha "reavivado fuertemente" en algunos puntos, "atizado por la intensificación del viento" en torno al municipio de Gois, más al norte, donde se concentran los focos más importantes, indicó el responsable local de Protección Civil, Carlos Tavares.
Dieciocho personas resultaron levemente heridas en esta zona, sobre todo a causa de intoxicación por el humo, omnipresente. Los habitantes de tres aldeas pudieron volver a sus casas, de las cerca de 40 aldeas evacuadas la víspera.
"Esperamos terminar esta noche con los dos frentes persistentes, que tanto trabajo nos han dado", añadió Tavares, destacando la humedad del aire, que facilita la tarea de los bomberos.
Cerca de mil 200 bomberos, 400 vehículos y 13 aviones permanecían movilizados en la región de Pedrogao Grande para afrontar las llamas. Y 40 bomberos españoles, de los 100 enviados por Madrid a Portugal, acudieron a reforzar las líneas de fuego.
El presidente de la Liga de Bomberos relanzó la hipótesis de la causa criminal del incendio, aunque la policía descartó desde el domingo esta pista, dando prioridad a la de una tormenta seca que hizo arder el bosque. "Creo, hasta que se demuestre lo contrario, [...] que el incendio es de origen criminal", declaró a los medios locales Jaime Marta Soares.
Según él, "el incendio ya había empezado dos horas antes" de que comenzara la tormenta, el sábado. "El país exige respuestas claras a dudas legítimas" sobre el origen de la tragedia, reaccionó el presidente del Parlamento Eduardo Ferro durante una sesión dedicada a las víctimas de la tragedia.
Entretanto, las autoridades locales se preocupaban por la negativa de algunos habitantes a abandonar sus domicilios pese a las órdenes de evacuación.
La agencia meteorológica portuguesa anunció condiciones "más favorables" para luchar contra el fuego, con temperaturas inferiores a 35 ºC, ocho grados menos que la víspera, y una humedad más alta que en los días anteriores.

