Exministro soslaya sus responsabilidades

Exministro  soslaya sus responsabilidades


Los argumentos que utiliza el extitular de Seguridad José Raúl Mulino en su defensa no parecen convincentes.

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Fiscal ordenó detención de José Raúl Mulino ante posible riesgo de fuga y destrucción de pruebasMulino queda detenido por el caso de los radaresInician nueva investigación al exministro José Raúl Mulino por compra de bombas lacrimógenas

Acusado de peculado, Mulino se escuda en que él solo firmó los contratos con Finmeccanica, obviando las responsabilidades que le exige la Ley de Contratación Pública y la Constitución. Nada menciona Mulino sobre la falta de transparencia en la negociación de las compras, la premura en hacerlas y su deliberada postura de ignorar el escándalo del pago de comisiones a Agafia.

En tanto, la fiscal Zuleyka Moore reveló que el exministro está detenido ante el riesgo de fuga y destrucción de pruebas.

LAS INCONSISTENCIAS DE MULINO

El exministro de Seguridad Pública José Raúl Mulino –en detención preventiva desde el pasado lunes– ha negado en rotundo su implicación en la compra irregular a la empresa Selex de 19 radares, por $125 millones. Sin embargo, los argumentos en su alegato defensivo pecan de imprecisión o, más bien, de tergiversación.

Mulino dijo, mediante comunicado público el día de su detención, que “lo único que ha hecho es cumplir con las directrices del Estado, emanadas de un Consejo de Gabinete, donde fueron presentados los contratos en mención”. Pero resulta que quien, precisamente, presentó al Consejo de Gabinete los contratos fue él. Mulino presentó, sustentó y negoció los contratos con Selex, subsidiaria de Finmeccanica.

En su declaración ante la Fiscalía Tercera Anticorrupción, el exfuncionario señaló al entonces canciller Juan Carlos Varela y a los que fueran ministros de Economía y Finanzas Alberto Vallarino y Dulcidio De la Guardia como los últimos responsables del millonario negocio. Pero el artículo 181 de la Constitución señala claramente su responsabilidad ante los contratos que, como titular del ministerio, firmó.

PREMURA

El contrato con Selex presenta una serie de irregularidades cuya responsabilidad directa recae sobre él.

En tan solo 34 días, Mulino preparó, negoció, evaluó y defendió ante el Gabinete dos contratos de enorme magnitud y complejidad técnica por un valor de más de $200 millones, que incluía un supuesto sistema integrado de seguridad, de protección de fronteras –mediante radares– para controlar la criminalidad y el narcotráfico costero y el apoyo a misiones de rescate y emergencias marítimas, así como la compra de una flota de helicópteros.

Y lo hizo sin que existiera un estudio previo, sin pliegos de referencia, sin licitación pública y sin que ni siquiera el Servicio Aeronaval hubiera opinado al respecto. No existe estudio que sustente por qué los radares o los helicópteros fabricados por las filiales de Finmeccanica le convenían a Panamá.

En algún momento, Mulino alegó que existía un estudio de la Consultora McKensey que sustentaba dichas compras. Sin embargo, cuando los medios lograron acceso a este, quedó en evidencia que por ningún lado se recomendaba la compra de radares ni de helicópteros.

De hecho, la premura en la adquisición le ha salido muy cara a Panamá. “Los radares no son funcionales”, no son aptos para detectar las pequeñas lanchas que utilizan los narcotraficantes para introducir la droga por las costas panameñas, reveló el presidente Juan Carlos Varela y el ministro de Seguridad, Rodolfo Aguilera, en repetidas ocasiones.

SOBREPRECIOS

También recae sobre los hombros del exministro la negociación del precio pactado. Al no haber habido licitación pública, nunca se supo si el precio negociado –sin parámetros de referencia y en total hermetismo– era justo. De hecho, cuando el diputado Jorge Alberto Rosas denunció en 2012, en la Asamblea Nacional, un posible sobrecosto en los radares –luego de comparar los precios de equipos similares vendidos por Selex a otros países– el entonces ministro Mulino no solo lo desmintió, sino que atacó al diputado llamándolo “rosita”.

Igual desacreditación recibió la excandidata presidencial Balbina Herrera, cuando, pruebas en mano, denunció públicamente la existencia de coimas en estas adquisiciones, tras haber recibido información de parte de uno de los italianos involucrados en el escándalo.

Investigaciones adelantadas por los fiscales italianos dan cuenta de que, en efecto, en el precio pactado existía un sobreprecio de, al menos, un 10%.

Para las autoridades italianas, la existencia de la sociedad Agafia Corp., que de manera oculta recibiría el 10% del precio de la compra, no era otra cosa que el pago de una coima que tendría como beneficiarios al expresidente Ricardo Martinelli y al italiano Valter Lavítola.

Por este caso se adelanta un proceso por corrupción internacional en Roma a Lavítola y a un alto ejecutivo de Finmeccanica, cuya audiencia se reanuda mañana.

SECRETISMO

Asimismo, los contratos presentan una serie de irregularidades técnicas que refieren, en primer lugar, a su falta de trasparencia.

Mulino se encargó de mantenerlos en secreto al pedir una excepción para saltarse la Ley de Contrataciones Públicas que, entre otras cosas, establece la obligación de publicarlos en la Gaceta Oficial.

De manera que el texto del contrato de compra de los radares –que incluía cláusulas muy beneficiosas para los vendedores italianos y desconocidas para la ciudadanía– nunca fue publicado en el boletín oficial del Estado.

Cuando los medios de comunicación exigieron ver los contratos, Mulino denunció públicamente a quienes criticaban la falta de transparencia alegando que estaban favoreciendo el narcotráfico.

CONFLICTO DE INTERES

Pero eso no es todo. El artículo 16, numeral 2 de la Ley 22 de 2006 de Contrataciones Públicas prohíbe expresamente que la empresa adjudicataria participe o intervenga de alguna manera en la elaboración de la contrata pública. Sin embargo, la sociedad VL Consulting, propiedad de Valter Lavítola, fue específicamente contratada por Finmeccanica –por un pago mensual de 35 mil euros– para asistir en la preparación, celebración y adjudicación de los contratos, tal como confirma la relación contractual entre VL Consulting y Finmeccanica, así como declaraciones de varios testigos, entre ellos, el propio Lavítola.

Lavítola –que entonces era consultor de Finmeccanica– reconoció en los tribunales italianos que participó del lado panameño y maniobró en las resoluciones de los contratos firmados entre el anterior gobierno de Panamá y las subsidiarias de la empresa italiana. En otras palabras, Lavítola participó de los dos lados en los contratos firmados y ejecutados por Mulino.

COMISIONES O COIMAS

Las investigaciones de los fiscales italianos sobre la corrupción internacional en Panamá se filtraron a los periódicos italianos, frustrando los planes de empresarios y los políticos que pretendían desviar unos $60 millones en las adjudicaciones a Finmeccanica y Svemark (esta última, vinculada al fallido proyecto de construir cárceles modulares).

En noviembre de 2011, La Prensa empezó a reportar los avances de estas indagaciones que al momento estaban bajo secreto de sumario.

En abril de 2012, luego de estallar el escándalo en los medios de comunicación, Mulino decidió viajar a Italia para informarse de las investigaciones judiciales que implicaban a Panamá.

Si antes desconocía la existencia de una comisión secreta en favor de Agafia, tras su viaje a Roma ya no podía justificar su ignorancia sobre ello. Sin embargo, negó públicamente su existencia.

En vez de ordenar una investigación, denunció una campaña para desacreditar al gobierno de Martinelli y hasta desvinculó a Panamá del tema, asegurando que ese un tema “entre italianos”.

El tiempo dio la razón a los fiscales italianos, quienes dieron con los contratos que sustentaban la “comisión” por una suma que equivalía a $25 millones.

UNA ÚLTIMA ADENDA

El 26 de mayo de 2014, Mulino se abrogó una responsabilidad directa adicional que favorecería a la empresa italiana.

Tras la derrota de Cambio Democrático en las elecciones, y en medio del escándalo de corrupción que giraba en torno a las compras a Finmeccanica y luego de que se conocieran los problemas técnicos de los primeros radares (el propio Mulino reconoció en aquel momento que había ya problemas de calibración), el exministro de Seguridad Pública otorgó una adenda a Selex. El tiempo de entrega e instalación había vencido y la empresa habría incumplido el contrato.

El entonces ministro le extendió unilateralmente el plazo de entrega por nueve meses adicionales. En esta actuación no contó con la autorización del Consejo de Gabinete, ya que fue una resolución ministerial.

Si Mulino no hubiera prorrogado el contrato –menoscabando los intereses del Estado panameño con su decisión– la empresa no habría podido cumplir sus obligaciones a tiempo y Panamá se habría podido ahorrar unos cuantos miles de dólares y una batalla legal que apenas comienza.

Cuestionamientos al exministro

Los argumentos que el exministro José Raúl Mulino usa en su defensa han generado reacciones de políticos y exfuncionarios que ponen en duda la validez de estos. Uno de los que atacó los alegatos del extitular de Seguridad es el diputado Jorge Alberto Rosas.

Según el político, Mulino ha utilizado como estrategia vincular a la negociación de los contratos con Finmeccanica al entonces canciller y actual presidente de la República, Juan Carlos Varela; al extitular de Economía y Finanzas Alberto Vallarino y al hoy ministro de Economía y Finanzas, Dulcidio De la Guardia.

Rosas listó una serie de fallas técnicas de los radares que, según dijo, Mulino estaba al tanto, así como inconsistencias en las declaraciones del exministro sobre la forma de pago de los contratos. A pesar de esos problemas –añadió– sometió la contratación de Finmeccanica a la consideración del Consejo de Gabinete. “Pero la decisión del equipo, de que si va a licitación o no, la decisión de las especificaciones del contrato, las tomó el Ministerio de Seguridad, que es el que ejecuta”, afirmó.

El excontralor Alvin Weeden fue más enérgico: “No hay excusa de que un ministro [Mulino] se trate de limpiar diciendo que él solamente firmó el contrato; ya es hora de que el que firma el contrato asuma la responsabilidad”, subrayó.

En su opinión, “el Gobierno ha actuado bien reclamando una venta que, además de tener sobreprecios, tenía un componente de corrupción muy serio, de manera que la situación de esos contratos con Finmeccanica no es más que un acto corrupto del gobierno de Ricardo Martinelli, que tiene que ser investigado y sancionado, caiga quien caiga”.

Mulino encontró menos cuestionamientos de parte de su copartidario Rómulo Roux, secretario general de Cambio Democrático CD). Explicó que a Mulino se le han formulado cargos por peculado “con base a que los radares supuestamente no han cumplido con los términos y condiciones del contrato. Si ese es el caso, es un error, eso no constituye peculado. El exministro Mulino firmó el contrato debidamente autorizado por todas las instancias correspondientes, incluyendo el Consejo de Gabinete. El Estado debió y debe iniciar un proceso legal contra la empresa con base a los términos del contrato”, sostuvo Roux.

La directiva de CD fue aún más condescendiente. Protestó la detención de Mulino por “violatoria de las garantías constitucionales y el debido proceso”. “No es aceptable que se trate como delincuentes a quienes en el gobierno pasado fueron llamados a servir al país”, añadió.

Pero la excandidata presidencial por el PRD Balbina Herrera sí cree que Mulino tiene responsabilidad en la ejecución de los contratos con Finmeccanica. “Si él hubiese tenido un poco de humildad, él revisa el contrato y revisa lo que nosotros estábamos haciendo y creo que no estuviera en la situación en que ahora se encuentra”, dijo.

José Raúl Mulino (hijo) aclaró ayer que su padre está acusado por el supuesto peculado de $68 millones por el contrato de los radares con la empresa Selex. Explicó que hubo pagos que se realizaron en julio y agosto de 2014, cuando su padre ya no era ministro.

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