El Clan del Golfo está matando policías a cuentagotas en Colombia. Una veintena han muerto a manos de la banda más poderosa del narcotráfico, que tras la extradición del capo ‘Otoniel’ ha exhibido su fuerza de cara a una eventual negociación con el próximo gobierno.
El lunes fallecieron Luisa Zuleta, una agente que había sido atacada por pistoleros la noche del sábado mientras patrullaba en el municipio de Yarumal (noroeste), y Diego Ruiz, quien también fue emboscado por sicarios en en el municipio de Sampués (noroeste).
Un uniformado que acompañaba a Zuleta murió de inmediato por los disparos. “Por la espalda atacan a una patrullera (...) es inaceptable”, repudió el ministro de Defensa, Diego Molano.
Según la Policía, el Clan ofrece entre mil y 5 mil dólares por efectivo muerto, al estilo del difunto barón de la cocaína Pablo Escobar en los años noventa, cuando lanzó el llamado “plan pistola” en su guerra abierta contra el Estado.
En lo que va del año han caído 25 efectivos, 12 de ellos este mes. Otros 60 han resultado heridos en decenas de ataques a tiros o con explosivos en los 12 departamentos donde opera la organización mafiosa.
Formada por los remanentes de los sanguinarios grupos paramilitares de extrema derecha, la banda anunció una arremetida a comienzos de mayo en respuesta a la extradición de su jefe, Dairo Antonio Usuga, alias ‘Otoniel’, a Estados Unidos.
Los ataques se han intensificado antes del 7 de agosto cuando asumirá el presidente electo, el izquierdista Gustavo Petro, quien planteó “negociaciones jurídicas” para que los ejércitos del narcotráfico se sometan a cambio de beneficios penales.
“Lo están haciendo con el único propósito de posicionarse para negociaciones políticas. Eso no se puede aceptar”, enfatizó Molano.
Al menos cinco miembros del Clan han sido abatidos y una decena capturados en la contraofensiva policial.