La represión multiplica la ira de los libaneses por la explosión

La represión multiplica la ira de los libaneses por la explosión


Firas Hamdan tiene una cicatriz a nivel del corazón. Zeina tiene la espalda marcada de huellas de bala. Ambos sobrevivieron a la explosión en Beirut, pero no se salvaron de la violenta represión de las manifestaciones unos días más tarde.

"Algunos perdieron la vista y otros fueron atacados con balas de plomo, como yo, que he recibido una en el corazón y todavía está alojada en el interior", lamenta Firas, un abogado de 33 años.

"Eso nos ha hecho descubrir que no vivimos en un país normal", declaró a la AFP.

En los días siguientes a la explosión del 4 de agosto en el puerto de Beirut, las fuerzas de seguridad e individuos vestidos de civil lanzaron gases lacrimógenos, balas de caucho y de plomo contra los manifestantes, según oenegés y participantes en las protestas.

Miembro del comité de defensa de los manifestantes en el Colegio de Abogados de Beirut, Firas Hamdan solía documentar las violaciones contra los participantes en las protestas. Pero nunca pensó que acabaría en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Tras ser trasladado al hospital, fue sometido a una operación a corazón abierto, pero los médicos no pudieron extraer la bala que se alojó en su corazón. Demasiado arriesgado.

El abogado estaba entre los miles de personas que protestaron en el centro de la capital cuatro días después de la explosión en el puerto, que mató al menos 181 personas e hirió a más de 6 mil 500.

Muchos libaneses responsabilizan a los dirigentes, considerados corruptos e incompetentes, de la tragedia. Y la represión contra los manifestantes no hizo más que aumentar la ira contra las autoridades.

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