De acuerdo con el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem), “en muchos contextos, la violencia sexual no es una acción aislada que realizan soldados descontrolados, sino que se trata de una táctica de guerra deliberada. La violencia desplaza, aterroriza y destruye a individuos, familias y comunidades enteras, alcanzando cotas inimaginables de crueldad contra mujeres de todas las edades, desde recién nacidas hasta ancianas”.
Y esto fue lo que ocurrió el 7 de octubre de 2023, cuando el conflicto palestino-israelí se desplazó de Gaza a poblaciones y hasta a un festival musical en Israel, a corta distancia de su frontera sur, cuando soldados de Hamás irrumpieron y asesinaron a mil 200 personas –locales y extranjeros– en una inesperada incursión, antecedida por una lluvia de misiles, en medio de las celebraciones judías.

De esa incursión, la Embajada de Israel en Panamá presentó, en un acto para recordar a las víctimas de la masacre, un documental de una hora llamado Screams Before Silence (Los gritos antes del silencio), en el que los testigos cuentan, entre otros hechos, las violaciones y la violencia sexual que sufrieron mujeres, muchas de ellas muy jóvenes, e incluso, hombres.
Tras el ataque, Israel declaró un estado de guerra, por primera vez desde 1973, cincuenta años después de la llamada guerra del Yom Kipur.

La vergüenza normalmente acompaña estos traumas que sufren las víctimas y esa quizás sea una de las razones por las que la violencia sexual, incluso durante un conflicto armado, es de las pocas cosas que no se documentan, porque las víctimas muchas veces se resisten a recordar y hablar de esos trágicos momentos o la vergüenza los silencia. Aunque, en este caso, hubo sus excepciones.

La violencia sexual en conflictos armados, según la Unifem, no es algo nuevo. “…Es una de las cuestiones más silenciadas de la historia y una de las mayores atrocidades que existen en la actualidad. En muchos contextos, la violencia sexual no es una acción aislada que realizan soldados descontrolados, sino que se trata de una táctica de guerra deliberada”. Un arma de guerra.

La antropóloga y especialista en estudios de género, Daniela Rap, abordó el tema con periodistas iberoamericanos en Tel Aviv, Israel, calificando las agresiones sexuales como un arma sexual, algo en lo que coincide la doctora en derecho, autora de múltiples obras, entre ellas, Las mujeres en los conflictos armados, en la que afirma que “si la violencia sexual es un arma, desde la antropología se ha argumentado, en nuestra opinión, acertadamente, que el cuerpo de la mujer es el campo de batalla sobre el cual se desarrolla, en parte, la violencia en el conflicto”.

El conflicto de Israel y Palestina lleva más de 70 años y Rap recuerda que esta es una guerra liderada por hombres, dato que es interesante, a su juicio, porque el Gabinete de Guerra de Israel, cuando se formó, no había ninguna mujer. “De hecho –dijo– estamos en uno de los gobiernos de Israel que menos representación femenina tiene. Por lo tanto, es entendible que el Comité de Guerra no tenga representación femenina, y ni hablar del lado de Hamás”.
Rap citó una teoría de guerra que tiene a la mujer como víctima sexual, concepto que ha sido analizado por especialistas que han llegado a conclusiones similares.
Se trata de las violaciones a las mujeres para humillar a una nación. Hay estudios –dijo– que hablan de las mujeres como las reproductoras de las naciones, quienes, al poder engendrar, pueden reproducir a las personas que van a formar parte de la nación “y, por lo tanto, si ataco a las mujeres, si ataco el útero, estoy atacando a esa nación…”.

Pero en Israel, ese 7 de octubre, la atrocidad fue indescriptible. De las mil 200 víctimas mortales, un tercio fueron mujeres (420). Además, fueron secuestradas 251 personas que se sumaron a otras cuatro previamente secuestradas en Gaza. De los secuestrados, 70 eran mujeres, y de esas, aún permanecen secuestradas 10, cuyas edades son de 19 años; cuatro, de 20 años, y el resto, 24, 28, 29, 31 y 33 años de edad.
Los testimonios de las personas que lograron sobrevivir hablan de violaciones: mujeres arrastradas por su cabello. Los vídeos de los sobrevivientes muestran mujeres desnudas, con señales claras de violencia sexual. Hay numerosos testigos que presenciaron violaciones que luego terminaban con el asesinato de sus víctimas.
Incluso, testigos contaron cómo, después de ser asesinadas a balazos o apuñaladas, los atacantes continuaban violándolas.
También hay vídeos de los propios terroristas que filmaban sus acciones contra civiles para hacerlas circular en internet. Las descripciones de los testigos abarcaban a mujeres con sus ropas desgarradas o mujeres desnudas o carentes de pantalones o faldas; cuerpos sangrantes en las caderas y/o en sus partes íntimas, así como cuerpos mutilados y quemados. Narran cómo los senos de mujeres mutiladas eran usados por sus captores como balones.

Muchas otras víctimas recibieron disparos directos a sus rostros y múltiples veces a sus cabezas. De esa manera era difícil reconocerlas: ni sus propias familias podían hacerlo. “Parecía que había una intención, un objetivo de destruir sus rostros… y empezamos a ver que una parte tenía una base sexual, violencia sexual dirigida de manera directa”, comentó una mujer que lidió en una morgue militar con los cientos de cadáveres que dejó la incursión de los soldados de Hamás.
“Me pareció sistemático el usar la violencia sexual como arma de guerra. No puedo imaginar por qué alguien en el mundo tendría motivos para dispararle a una mujer en la vagina o en el seno, una mutilación genital deliberada contra esta específica población de mujeres”, concluyó.

Los testigos describieron cómo una joven fue violada repetidamente por soldados de Hamás, hasta que finalmente la asesinaron. Otro testigo, un rescatista visiblemente afectado, contó en el documental ‘Screams Before Silence’, que al entrar en una casa, encontró bajo un colchón el cuerpo desnudo de una mujer a la que no se pudo identificar por su rostro.
Pero además, “tenía clavos en sus órganos femeninos. No solo clavos, sino distintos plásticos, metales, toda clase de cosas”, dijo en el documental.
Un oficial de la policía, que llegó armado a una de las escenas más violentas –el Festival Musical de Nova– tras ver las imágenes en televisión de lo que estaba ocurriendo, narró en el documental.
Llegó tarde, cuando cientos de cuerpos de jóvenes cubrían todo el sitio. Con voz quebrada, describió que encontró a un chico, junto a dos chicas. “Él tenía los pantalones abajo, sin ropa interior, y la cabeza de una de las chicas, estaba encima de él… justo en su pene… No pude superarlo”, dijo, mientras las lágrimas rodaban por su rostro.

En ese mismo lugar, otra persona narró en el documental que al llegar halló, al menos, unos 30 cuerpos de mujeres con evidentes señales de violación: con las piernas abiertas, atadas de manos en árboles sobre lo alto de sus cabezas.

Las imágenes recogen las huellas de la despiadada violencia: los cabos en los árboles usados para maniatar a las víctimas; la sangre seca sobre la corteza. “Alguien las desvistió, alguien las violó… metieron todo tipo de cosas en sus órganos íntimos… madera, varas de metal”, recordó el entrevistado.

Fue tal la crueldad, que la doctora Cochav Elkayam-Levy, líder de la Comisión Civil sobre los Crímenes del 7 de Octubre Cometidos por Hamás Contra Mujeres y Niños, cree que los perpetradores de esos crímenes “han redefinido la maldad de tal manera que tendremos que redefinir la Ley Criminal Internacional”, refiriéndose a los crímenes de guerra.

En marzo de este año, la Organización de Naciones Unidas (ONU) reveló un informe de un equipo de la organización que visitó Israel entre el 29 de enero y el 14 de febrero de 2024, a fin de recopilar in situ, analizar, corroborar y verificar las acusaciones de violencia sexual contra mujeres israelíes durante los ataques terroristas liderados por Hamás en la fecha indicada.
El equipo también visitó Cisjordania, donde se reunió con la Autoridad Palestina y representantes de la sociedad civil, entre otros.

El informe indica que la misión “encontró información clara y convincente de que se ha cometido violencia sexual, incluida violación, tortura sexualizada, tratos crueles, inhumanos y degradantes contra rehenes, y que tiene motivos razonables para creer que dicha violencia puede estar en curso contra aquellos que aún están en cautiverio”.
Además, informó que “en el contexto del ataque coordinado de Hamás y otros grupos armados contra objetivos civiles y militares en todo el perímetro de Gaza, el equipo de la misión encontró motivos razonables para creer que ocurrió violencia sexual relacionada con conflictos en múltiples ubicaciones durante los ataques del 7 de octubre, incluida violación y violación en grupo…”.

Sobre su visita a Cisjordania, Patten informó que los entrevistados por la misión “expresaron preocupaciones sobre los tratos crueles, inhumanos y degradantes a los palestinos detenidos, incluidas varias formas de violencia sexual en forma de registros corporales invasivos, amenazas de violación y desnudez forzada prolongada, así como acoso sexual y amenazas de violación durante redadas en hogares y en puestos de control.
De acuerdo con la antropóloga Daniela Rap, “este es un tema [la violencia sexual en conflictos armados] que está muy poco visibilizado, y que en Israel se empezó a visibilizar desde el día cero, y en el mundo y en las grandes organizaciones pareciera ser que es un tema que no se nombra, que no se habla… y es importante devolverles a las víctimas el reconocimiento que se merecen”.
En efecto, esa violencia sexual en conflictos armados existe, es perfectamente palpable, corroborable y no es algo nuevo.
El general retirado holandés Patrick Cammaert, quien comandó la Fuerza de Naciones Unidas para la República Democrática del Congo Oriental, tiene experiencia en este tipo de violencia en combates que él mismo vivió.
Él asegura que “en un conflicto armado, probablemente es más peligroso ser una mujer que un soldado”. Y, en este caso, hay numerosos testimonios de mujeres israelíes que fueron violadas ese 7 de octubre de 2023 que hablan de ello: de cuando la violencia sexual fue usada como un arma de guerra.


