Los vecinos del barrio de Bab Tuma, en la ciudad vieja de Damasco, tienen mucha fe y confían en que la nueva Siria que amanece tras la caída de Bachar al Asad sea tal y como los líderes de la insurgencia que lo derribó, encabezada por un grupo islamista heredero de Al Qaeda, dicen que será: abierta, libre y tolerante.
En Bab Tuma (“La puerta de Tomás”) son en su mayoría cristianos, y lo son prácticamente desde el inicio mismo de la cristiandad. San Pablo y Santo Tomás, que le dio nombre, fueron vecinos de la zona. No tienen miedo con el cambio de régimen ni por sus causantes. Todo lo contrario.
“Es la primera vez que tengo este sentimiento. Es un sentimiento nuevo. Que te sientes libre... no podíamos decir lo que queríamos. Muchas cosas estaban prohibidas para nosotros. Incluso el dinero, no podíamos decir por ejemplo la palabra dólar”, dijo a EFE Feras, un comerciante del barrio de 40 años.
Desde su tienda, decorada con figuras de San Nicolás y pesebres navideños de porcelana, insiste esperanzado: “Gracias a Dios ahora tenemos un nuevo sentimiento. Ya todo es mejor, y nada nos da miedo”, dice.
Lo primero que uno nota al acercarse a barrio y pasear por sus calles es que las mujeres van sin velo, además de las esquelas mortuorias en las esquinas escritas en árabe y en armenio y la abundancia de tiendas de motivos religiosos, con vírgenes, rosarios, estampitas y calendarios con ángeles rollizos.
Socios de la patria
Ahmed al Charaa, también conocido como Abu Mohamed al Jolani, el líder del Organismo de Liberación del Levante (HTS, en árabe) que dirigió la ofensiva contra Al Asad tuvo su origen político en el Frente al Nusra, la exfilial siria de Al Qaeda, si bien luego se escindió de ese grupo hacia posiciones menos radicales.
Durante la ofensiva de apenas 12 días con la que derribó al gobierno de Damasco, el líder no cesó de pedir a sus militantes que mantuvieran un trato excelente con las minorías religiosas en las ciudades que fueron tomando en su poder, en especial Alepo, que acoge también una importante comunidad religiosa cristiana.
Ese mensaje parece calar en Bab Tuma. “Como cristianos esperamos que todo sea tal y como dicen. Vivimos en esta zona desde hace miles de años. Ha habido muchas guerras sobre nosotros y no hemos abandonado el país. Nunca lo abandonaremos. Queremos que continúe esta marcha de libertad que busca el pueblo sirio, sea cristiano, musulmán o de otra confesión. Todos somos hijos de este país y esperamos poder construir juntos la Siria con la que soñábamos, somos socios de la patria”, añadió Feras.