Estados Unidos celebra este martes una de las elecciones más importantes de su historia, que decidirán, además de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, quien presidirá el país: la candidata demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, o el republicano, el expresidente Donald Trump (2017-2021).
Si hay un sentimiento que ha definido la recta final de la campaña, ha sido la incertidumbre. Las encuestas señalan un duelo ajustadísimo entre los dos candidatos, tanto que en algunos de los estados clave el portal de encuesta FiveThirtyEight advierte de un empate y en otros una diferencia que se encuentra dentro del margen de error de los sondeos.
La sensación es de que todo puede pasar y eso se traslada a los centros de votación.
“Confío en la victoria de Harris. Pero no sé qué va a pasar, estoy preparada para que todo termine y saber qué pasa”, explica a EFE Margot, una votante demócrata de 30 años a las puertas del centro de votación del ayuntamiento de Alexandria (Virginia).
Margot se siente “emocionada y esperanzada” por una eventual victoria demócrata, pero confiesa estar “nerviosa” ante una posible presidencia de Trump: “Solo espero que sigamos avanzando en esa dirección y no retrocedamos, porque me asusta que con una presidencia de Trump el país pueda retroceder significativamente”, apunta.
Justo detrás de ella sale Nikki del centro de votación. “Estoy asustada y estoy cabreada”, asegura. “El día de las elecciones solía ser mi día favorito, pero ya no”, añade esta mujer de 45 años.
Nikki, que, según dice, había votado tradicionalmente al partido demócrata, lamenta que, a su juicio, “nada vaya a cambiar” con ninguno de los dos candidatos con opciones a gobernar: “Nada va a cambiar con Palestina, con la protección de las personas negras, los derechos de las mujeres ni con las personas LGTBIQ+”, afirma.
Por eso, ha decidido votar por la candidata del Partido Verde, Jill Stein, para ver si se acaba con el “duopolio” y se empieza “a romper la mierda que es el país”. Aun así, confiesa enfadada que lo ha hecho en contra de “su buen juicio”: “Odio a Jill Stein. Creo que su proyecto es una farsa”.
“Yo he votado pensando en la economía, la inmigración y la seguridad nacional. Sé que Virginia es un estado púrpura, si no azul, así que soy pragmático al respecto”, declara Ken, de 51 años, tras votar a Donald Trump.
Virginia, que fue considerado un estado bisagra, también conocido como púrpura, a principios de la década de los 2000, ha votado por el candidato demócrata desde 2008. Esta vez, Kamala Harris se presenta con una ventaja de seis puntos sobre Donald Trump, según la media de encuestas del portal FiveThirtyEight.
En concreto, en el norte del estado, donde se encuentra la ciudad, se suelen concentrar simpatizantes demócratas. En Alexandria han apoyado mayoritariamente al candidato demócrata desde 1984. En 2020, Joe Biden ganó con más del 80% de los votos.
“Esta es la ciudad azul”, bromea una voluntaria demócrata a las puertas del colegio electoral.
Esta previsible marea azul en la ciudad tranquiliza al encargado electoral del distrito, David Kaplan, ante las amenazas de que se puedan desarrollar episodios de violencia en los centros de votación: “Está siendo un día muy armonioso, los votantes nos agradecen que estemos trabajando para que se desarrollen bien las elecciones y la votación está siendo muy ordenada”.
Dice que es difícil saber si la participación será más alta que en las elecciones de 2020, cuando batió récords, pero percibe mucho interés por estas elecciones: “Esperamos que la participación en general sea alta. Ha habido mucha afluencia cuando hemos abierto”.
En otro colegio electoral de Alexandria, la sensación es similar. “Estoy esperanzado, nervioso y ansioso”, dice Matt, demócrata de 36 años. “Nos jugamos mucho, espero que la gente vote bien”, confía otro votante.
“El electorado está dividido. Todo puede pasar. Solo espero que nos unamos y aceptemos los resultados, sean los que sean”, señala un voluntario republicano.