Frente al Congreso brasileño, 500 máscaras pintadas de rojo. La más roja de todas, la del presidente Michel Temer.
Una instalación artística para simbolizar la cara de vergüenza que deberían tener los políticos ante los escándalos de corrupción que no paran de sonrojar al país.
La obra, de la oenegé Río de Paz, empezó a instalarse en la madrugada de este martes en el césped de la explanada de los ministerios de Brasilia, que vive horas tensas desde que la semana pasada se hizo público un audio donde Temer aparentemente da luz verde al pago de un soborno y que, bajo investigación de la justicia, podría costarle el puesto.
"Al político brasileño, le falta la cara de vergüenza", dice un cartel frente a la instalación. "Nos llama la atención que nuestros políticos, cuando son acusados de corrupción, no demuestran el bochorno que nosotros queremos revelar con estas máscaras. Sus rostros no se sonrojan de vergüenza y, no solo eso, salen al ataque cuando hay pruebas irrefutables, como si eso nunca hubiera ocurrido", explica a la AFP Antonio Carlos Costa, el fundador de Río de Paz.
Colocadas en hileras y clavadas al césped con palos largos, las máscaras representan a los 513 diputados y 81 senadores brasileños. Solo 95 de ellos no tienen el rostro coloreado, simbolizando los que no estarían coludidos con el crimen.
"Hay gente que al pasar por aquí nos reclama, diciendo que sobrestimamos la estadística, que el número de políticos limpios es menor. Y, para ser franco, creo que la gente tiene razón", dice Costa.
Delante de todas las máscaras, está Temer, solo, y cada vez que sopla el viento, se balancea de lado a lado, como si dijera que no con la cabeza.
"El viento nos ayuda a dramatizar la escena", bromea el activista. "Porque representa a la perfección la actitud del político brasileño que cuando es confrontado y las pruebas son presentadas dice que no, no lo hicimos... lo que es un absurdo propio de la cultura política de nuestro país", asegura.
Temer, acusado de obstruir el trabajo de la justicia, corrupción pasiva y organización criminal, trata de luchar por su supervivencia política, tras solo un año de la destitución de su antecesora Dilma Rousseff, acusada de manipular las cuentas públicas.