Pobladores de la combativa ciudad nicaragüense de Masaya salieron este viernes 29 de junio, a las calles, para exigir la salida del poder del presidente Daniel Ortega, y justicia por los más de 220 muertos en las protestas que sacuden al país desde hace más de dos meses.
"¡No tenemos miedo!", "¡Que se vaya!", "¡Asesino!", "¡Elecciones ya!", gritaron los lugareños mientras recorrían las angostas calles de esta ciudad de artesanos y pequeños agricultores, que se declaró en rebeldía hace dos semanas. Cargando la foto de su hijo de 15 años, muerto de un balazo en el pecho, en una barricada, marchaba Aura López, una humilde empleada doméstica de 45 años, vestida de blanco, con un lazo negro en la solapa.
"La policía no me le perdonó su vida. Me lo mataron. Todos los días le pido a mi Dios que me dé fuerza para llevar este dolor tan grande. Pedimos que nos ayuden a sacar a Ortega por las buenas o por las malas. Es el culpable de este sufrimiento", declaró a la AFP entre sollozos.
Los pobladores esperaban en el barrio de Monimbó, epicentro de la represión, a expertos de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), quienes finalmente fueron a Jinotepe (norte) tras violentas incursiones de fuerzas de seguridad, la noche del jueves.
Una larga fila de personas se formó en la iglesia de San Miguel, en Monimbó, con fotos de fallecidos, casquillos de balas y hasta ropas con sangre, para poner denuncias ante la Asociación Nicaragüense pro Derechos Humanos (ANPH), que cifra en 285 las muertes, aunque otro grupo humanitario las calcula en más de 220.
Para este sábado, los opositores convocaron a la "Marcha de las flores" en Managua y otras ciudades, que había sido suspendida hace una semana por la violenta incursión de antimotines, parapolicías y paramilitares en varias zonas del país. Con adoquines, muebles, árboles y otros escombros, los habitantes de Masaya construyeron barricadas en casi todas las calles de esta ciudad de 100 mil habitantes, 30 km al sur de Managua.
En los últimos días, violentas operaciones de las fuerzas combinadas del gobierno desmontaron varias trincheras, pero los monimboceños no bajan la guardia y las mantienen. Su barrio peleó con furia en la insurrección que encabezó el izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para derrocar al dictador Anastasio Somoza en 1979, y hablan con orgullo de su combatividad.
Ahora piden la renuncia de Ortega, exguerrillero sandinista de 72 años que llegó al poder con esa revolución y volvió al gobierno a través del voto en 2007. Lo acusan a él y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, de instaurar el nepotismo y una dictadura, y desatar una brutal represión. "No nos van a callar ni a amedrentar. Este pueblo no va a claudicar, va a resistir hasta que Ortega se vaya. Si nos provocan habrá un baño de sangre", dijo con un megáfono el dirigente estudiantil Yubrank Suazo, en la pequeña plaza de Monimbó, de donde partió la marcha.