Alemania, Reino Unido, Dinamarca y Finlandia han alertado a sus ciudadanos sobre la necesidad de extremar precauciones al viajar a Estados Unidos (EUA), según informó el diario El Mundo.
Los gobiernos de Alemania y Reino Unido han expresado preocupación por la posibilidad de que cualquier error en la documentación migratoria pueda derivar en la detención del viajero, debido al endurecimiento de las restricciones migratorias.
Antes, estas infracciones podían conllevar la negación de entrada, pero ahora podrían resultar en arrestos prolongados.
Un caso llamativo es el de un científico francés cuya entrada fue rechazada porque en su teléfono móvil había mensajes críticos hacia la política científica del expresidente Donald Trump.
Estas advertencias podrían afectar el turismo en Estados Unidos, ya que el Reino Unido es el principal emisor de turistas a ese país con cuatro millones de visitantes al año, mientras que Alemania aporta otros dos millones, según reporta el medio español.
Por su parte, Dinamarca y Finlandia han alertado a las personas transgénero sobre posibles problemas al ingresar a Estados Unidos.
En evidencia queda el caso de Rebecca Mooney, una ciudadana británica que pasó diez días arrestada en Estados Unidos, luego de que las autoridades canadienses rechazaran su visado de turista y fuera devuelta a Estados Unidos para solicitar allí otro de trabajo.
Sin embargo, El Mundo relata que Mooney quedó detenida sin una explicación clara. A raíz de este caso, el gobierno británico ha actualizado su web de viajes para advertir que los visitantes “pueden ser arrestados o detenidos si violan las normas”.
Alemania también modificó su aviso el pasado martes, tras la detención de tres ciudadanos alemanes en EUA desde la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Entre estos casos, se destaca el de una mujer de 29 años que pasó casi dos meses en prisión al intentar ingresar desde México y el de un trabajador con residencia legal en EUA, detenido sin cargos al llegar al aeropuerto de Boston.
Las condiciones de estas detenciones han sido calificadas como duras, con traslados frecuentes entre centros de detención que, en muchos casos, son cárceles privadas.
Por ejemplo, la canadiense Jasmine Mooney pasó dos semanas en diferentes prisiones privadas tras ser considerada sospechosa por un funcionario de aduanas, según relató a The Guardian.
“En un momento, estaba en una oficina de inmigración hablando con un oficial sobre mi visa de trabajo, que había sido aprobada meses antes y me permitía, siendo canadiense, trabajar en Estados Unidos. Al siguiente, me ordenaron que apoyara las manos contra la pared y me cachearan como a un delincuente antes de enviarme a un centro de detención de ICE sin la oportunidad de hablar con un abogado”, relató.