La nueva administración de Finmeccanica se desvincula de sus anteriores directivos y de las prácticas que le hicieron mucho daño en el pasado.
En la era post Silvio Berlusconi, lo primero que cambió fue el organigrama. Ante la necesidad de ley y orden en la empresa semipública, el entonces primer ministro Enrico Letta designó en 2013 a Gianni De Gennaro, un exjefe de la policía italiana, como nuevo presidente de la junta directiva.
Luego, en mayo de 2014, el actual primer ministro, Matteo Renzi, nombró como gerente general y principal ejecutivo al ingeniero Mauro Moretti, quien llegó a la cúpula del principal conglomerado italiano luego de haber modernizado el sistema ferroviario.
En menos de dos años, Moretti liquidó la cúpula anterior y se ha rodeado de hombres de su confianza en los vértices de las filiales, adelantando una reestructuración corporativa mediante la consolidación en una sola cúspide de lo que antes eran subsidiarias que actuaban con mucha autonomía.
En febrero de 2014, el coloso italiano enfrentaba 18 causas penales ante la justicia que fueron poco a poco desgastando el prestigioso consorcio y que acabó con toda cúpula ejecutiva anterior.
Uno de los primeros pasos de la regeneración fue encargar a consultores externos mecanismos para que no se repitieran las circunstancias que “han influenciado negativamente la credibilidad y la reputación del grupo”, según reconoce la propia Finmeccanica en su web.
El análisis final del llamado “Comité Flick” se produjo en marzo de 2014. Dicho comité, llamado así porque su presidente fue el exministro de justicia y presidente emérito de la Corte constitucional, Giovanni Maria Flick, estipula que la “implicación de sociedades del grupo en investigaciones penales y el eco mediático que esto suscita repercute directamente en Finmeccanica”.
Su actual ejecución busca un lavado de imagen para romper con el juego sucio y la corrupción que en el pasado salpicaron a la empresa con sobrecostos, sociedades offshore y coimas pagadas a políticos.
Esta erosión en su credibilidad internacional fue el principal motor para que el grupo italiano, que opera en el sector aeroespacial, de la defensa y de la seguridad, y que cuenta con más de 3 mil empleados, instaurara controles internos dirigidos a reforzar los estándares éticos. Como consecuencia de las recomendaciones del Comité Flick, la junta directiva de Finmeccanica adoptó en 2015 un Código de Conducta Ética como “instrumento de control para la reducción del riesgo en la reputación derivado de singulares iniciativas de gestión y comerciales”.
En diciembre pasado Finmeccanica adoptó el decreto 231, un régimen de responsabilidad que establece la creación de protocolos específicos dirigidos a la prevención de delitos de corrupción.
Según explica a La Prensa Nicoletta Parisi, consejera del ANAC (Autoridad Nacional Anticorrupción), en la práctica el modelo 231 establece que “si Finmeccanica se encontrase en una situación de corrupción y no hubiera seguido las líneas guía que se establecen en este modelo, esto se le contará como un agravante”. “Sirve para demostrar que la empresa tiene una cultura de integridad”, agrega.
Moretti ha dado muestras de cambios concretos al suscribir un acuerdo con Panamá que busca poner fin a unos contratos cuyas irregularidades llevan más de cinco años ventilándose en los medios y en los tribunales.
“No creo que hubiéramos logrado alcanzar este acuerdo sin el empeño del ingeniero Moretti y su equipo en esta etapa de transformación positiva que atraviesa la empresa”, declaró el embajador de Panamá en Italia, Fernando Berguido.
Finmeccancia todavía tiene heridas abiertas como el proceso por corrupción internacional por los contratos firmados con Panamá en 2010 y que se reanudará en el tribunal de Roma el próximo 21 de abril.
Conforme al acuerdo suscrito con Panamá, Finmeccanica se compromete a colaborar con los fiscales italianos en las investigaciones, así como con las autoridades panameñas que ahora examinan los mismos hechos.