Donald Trump llegó a la Casa Blanca con la promesa de restablecer las relaciones entre Estados Unidos y Rusia tras años de tensiones bajo el mandato de Barack Obama. Pero un mes después de asumir el poder, su plan parece estar en pausa.
Después de prometer en repetidas oportunidades que alcanzaría "un acuerdo" con Vladimir Putin, al tiempo que se degradaba el vínculo con la OTAN y la Unión Europea, el mandatario estadounidense todavía no ha establecido un encuentro con el líder ruso.
Durante este tiempo, el vicepresidente Mike Pence y los funcionarios de seguridad y defensa del gobierno recorrieron largas distancias para garantizar a los líderes europeos que Washington no está abandonando a sus aliados.
Aunque Trump sigue manteniendo la idea de establecer una relación amistosa con Putin, su administración dio un giro la semana pasada al reemplazar al consejero de Seguridad Nacional Michael Flynn –cercano a Moscú– por el teniente general del Ejército H.R. McMaster, quien ve a Rusia como la principal amenaza de los intereses y la estabilidad global de Estados Unidos.
El Senado debe aprobar la semana que viene el nombramiento del senador Dan Coats como director de Inteligencia Nacional, sumando así otro escéptico de Putin al equipo de defensa y seguridad nacional del presidente.
“Hubo un gran cambio”, asegura Bruce Jones, vicepresidente y director de política exterior en el centro de investigación Brookings Institution en Washington.
“Mi sensación es que al menos hemos visto evolucionar una postura más sensible a la amenaza que Rusia representa para Europa y Estados Unidos”, señala.