Alberto Fujimori, Alejandro Toledo y Ollanta Humala: la suerte de estos tres expresidentes peruanos debe ser decidida en los próximos días por la justicia.
La Sala Penal Nacional ordenó esta semana que Fujimori, de 79 años, sea juzgado por la matanza de Pativilca de 1992, lo que podría llevarlo nuevamente a prisión tras conseguir en diciembre un indulto presidencial mientras cumplía una condena de 25 años por crímenes contra la humanidad.
Por su parte, Toledo y Humala están acusados de haber recibido dádivas de la constructora brasileña Odebrecht, que admitió haber pagado 29 millones de dólares en sobornos en Perú bajo diferentes gobiernos.
"Los políticos (peruanos) estaban confiados porque estaban acostumbrados a arreglar las cosas", a actuar con impunidad, pero ahora las cosas están cambiando, dijo a la AFP el analista Luis Benavente, director de la consultora Vox Populi.
La justicia debe determinar en unos días qué medidas cautelares impondrá a Fujimori (1990-2000), como prisión preventiva o prohibición de salir del país, aunque el juicio por la matanza tomará más tiempo.
Por su lado, la Corte Suprema peruana debatirá el 5 de marzo una solicitud de extradición de Toledo desde Estados Unidos, formalizada por el juez Richard Concepción Carguancho, quien además mantiene en prisión preventiva desde hace siete meses a Humala y a su esposa, Nadine Heredia.
Toledo (2001-2006) es acusado de "tráfico de influencias, colusión y lavado de activos", por haber supuestamente recibido un soborno de 20 millones de dólares de Odebrecht para adjudicarle la construcción de una carretera en la Amazonia.
El exmandatario, de 71 años, insiste en que es inocente y su abogado, Heriberto Benítez, atribuye las acusaciones a "motivos políticos".
"Nosotros consideramos que hay motivos políticos que persiguen a Alejandro Toledo, no hay una causa probable y han existido numerosas violaciones al debido proceso", dijo Benítez a Canal N.
Si la Corte da luz verde a la solicitud del juez Concepción, el Consejo de Ministros deberá aprobar la extradición del exmandatario para que la cancillería peruana la envíe al Departamento de Justicia de Estados Unidos, donde reside Toledo.
"La corrupción no es nueva en el Perú, viene de épocas de la colonia. Perú tuvo un virreinato de altísima corrupción y en toda nuestra historia republicana", dijo Benavente.
Sin embargo, explicó que en los últimos años alcanzó un nivel tan alto, que los peruanos empezaron a sentir "indignación" ante ella.
"El peruano es corrupto, pero maneja un límite. El peruano veía que esa gran corrupción había sobrepasado largamente los límites que él podía permitirle a la corrupción", expresó. "Eso genera la indignación y la gente siente que le están robando (...) y no se equivoca", señaló Benavente.