Los talibanes expulsaron a personas de sus hogares en el norte de Afganistán y están saqueando o quemando algunas casas mientras redoblan su ofensiva contra las fuerzas gubernamentales, dijo Human Rights Watch (HRW) el miércoles.
Según la ONG, residentes de Bagh-e Sherkat, en la provincia de Kunduz, dijeron haber recibido una advertencia grabada de los insurgentes a fines de junio, exhortándolos a abandonar sus hogares en dos horas “por su propia seguridad”.
Residentes entrevistados por teléfono por HRW dijeron que unas 600 familias debieron abandonar la ciudad, que los talibanes amenazaron a personas que apoyan al gobierno afgano y que algunos de sus combatientes saquearon y quemaron casas.
“La represalia de los talibanes contra civiles sospechosos de apoyar al gobierno es una advertencia ominosa sobre el riesgo de futuras atrocidades”, dijo Patricia Gossman, directora para Asia de HRW.
“Los líderes talibanes tienen el poder para evitar que sus tropas cometan estos abusos, pero aún no han demostrado tener la intención de hacerlo”, agregó.
La ONG dio cuenta en particular del testimonio de una viuda de 45 años, según la cual los talibanes “dijeron que tenía que irme porque habíamos ayudado a los ‘infieles’. Yo había vivido en este pueblo durante 20 años. Ahora, vivo en Faizabad, en una tienda de campaña”.
La ofensiva insurgente se intensifica a medida que las fuerzas estadounidenses y de la OTAN completan su repliegue del país, quitando un apoyo crucial al ejército afgano.
Se espera que los últimos soldados estadounidenses abandonen Afganistán a fines de agosto.
Los talibanes, que desde mayo se apoderaron de grandes porciones de territorio rural y se acercan a varias ciudades importantes, en la mañana del miércoles entraron en Qala-i-Naw, capital de la provincia de Badghis (noroeste), que cuenta con 75,000 habitantes.