¿Levará anclas finalmente el Ragnar? Inmovilizado en el Ártico, el lujoso yate de un oligarca ruso, exoficial de la KGB, puede haber encontrado un poco del carburante que los noruegos le niegan desde hace semanas por la guerra en Ucrania.
El imponente navío destaca en el puerto de Narvik, pequeña ciudad en el norte de Noruega. Con su proa invertida, su plataforma para helicópteros y, como las matrioskas, otro gran buque instalado en su parte trasera, su estilizada silueta gris contrasta con los buques mercantes cargados de minerales.
Sus 68 metros de eslora albergan infinidad de juguetes: un vehículo anfibio, motos acuáticas, robots submarinos, motos d kjhge nieve, un tobogán gigante o un pub inglés.
Pero lo que más ha llamado la atención de los lugareños es la identidad del propietario, Vladimir Strzhalkovsky, según varios medios especializados.
Adinerado tras un lucrativo paso por la dirección del gigante minero Norilsk Nickel, este empresario de 67 años estaría vinculado con el presidente ruso Vladimir Putin, con quien compartió servicio para la KGB en San Petersburgo, que todavía se llamaba Leningrado.
Aunque no figura en la lista de rusos blanco de las sanciones europeas tras la invasión de Ucrania, su supuesta proximidad con el jefe del Kremlin genera rechazo.
Así que cuando el Ragnar tenía que hacer escala y llenar el depósito el 15 de febrero en Narvik, nadie le quiso vender carburante.
‘Que remen hasta su casa’
“No tengo simpatías por la conducta de los rusos en Ucrania. ¿Por qué deberíamos ayudarles?”, dijo Sven Holmlund, director de uno de los suministradores locales.
“Que remen hasta su casa. O que icen las velas”, exclamó en declaraciones a la televisión noruega NRK.
Incapaz de volver a su puerto en Malta, el yate lleva amarrado ya cinco semanas.
Desde allí ha visto pasar los buques de guerra de la OTAN que participan en las grandes maniobras militares del ejercicio Cold Response 2022 en Noruega.