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11 de febrero: Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo, las mujeres constituyen el 60% de los estudiantes en universidades públicas panameñas y el 65% de egresados universitarios. Sin embargo, cuando de inserción laboral se trata, las mujeres representan aproximadamente un 52% de la población nacional desempleada.

En el campo científico, aún cuando la mitad de los profesionales son mujeres, constituyen una minoría en roles de liderazgo dentro de los centros de investigación. Así, en el 2022 el Sistema Nacional de Investigación reflejó una participación femenina del 38.1%, pero en ninguna disciplina del conocimiento científico, con excepción de las Ciencias Sociales y Humanísticas, se mostró un predominio de las mujeres sobre sus homólogos masculinos.

Cifras como estas demuestran la creciente necesidad de fomentar la igualdad de género en este campo. A esto contribuye la conmemoración, cada 11 de febrero desde el 2015, del Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia, que busca visibilizar y reconocer el trabajo de las mujeres que trabajan en las áreas de Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas (Steam, por sus siglas en inglés). El movimiento 11F, además, promueve el libre acceso a las ciencias, para que desde la infancia las niñas tengan referentes femeninos, participen en actividades científicas y se vean empoderadas para elegir carreras científicas en el futuro.

Elegir una carrera científica no es una decisión sencilla, que en caso de las mujeres, conlleva desafíos adicionales. Esos desafíos van desde los sesgos de género arraigados desde la infancia, hasta la falta de políticas que promuevan la equidad de oportunidades; la brecha salarial entre géneros; la lamentable realidad del acoso laboral y el riesgo de que la falta de representación femenina en las ciencias pueda disuadir a las jóvenes de seguir carreras en estos campos. En muchos casos, se trata de luchar más para conseguir menos.

Ante este panorama, la sororidad – esto es, la solidaridad entre mujeres científicas- es clave. Ella permite que las mujeres que trabajan en la ciencia establezcan redes para compartir conocimientos y recursos, e impulsa oportunidades de mentoría y desarrollo profesional. Gracias a ese empoderamiento mutuo, vemos en Panamá una progresiva transformación del escenario científico, en el cual estas nuevas perspectivas van impulsando un progreso científico equitativo.

La autora es coordinadora de proyectos de la Iniciativa de Investigación de Envejecimiento en Panamá (PARI-HD) del Indicasat-AIP para Ciencia en Panamá


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