Casi cuatro años desde el anuncio de la identificación del primer caso de coronavirus en Panamá el 9 de marzo de 2020, persisten desafíos estructurales que requieren atención. Durante la pandemia, nuestro país implementó una de las cuarentenas más rigurosas a nivel mundial, generando impactos inmediatos en la economía y consecuencias innegables en la salud y en la educación. Aunque se ha debatido extensamente sobre los planes de reactivación económica y medidas para regresar a niveles de crecimiento previos a la pandemia, se ha prestado escasa atención a los efectos en el sistema educativo y a la imperante necesidad de tomar medidas al respecto.
El periodo de confinamiento provocó un cese abrupto de las clases en modalidad presencial y requirió un nivel de adaptación del sistema educativo para el que no estábamos preparados, siendo Panamá uno de los países que tuvo el mayor tiempo con aulas cerradas. En noviembre de 2020 el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) publica el informe Educación en Pausa, en el que advierten que la región de América Latina y el Caribe perdió, en promedio, cuatro veces más días de escolarización en comparación con el resto del mundo. Existía la posibilidad alarmante de que millones de estudiantes pudieran no retornar a las aulas.
Dos de los principales desafíos que agravó la pandemia por la covid-19 son la asistencia y retención de los estudiantes que, según el informe La educación en Panamá: 5 metas para mejorar, de la Fundación Unidos por la Educación con la asistencia técnica y financiera de Unicef, el porcentaje de permanencia dentro del sistema escolar al pasar de primaria a premedia desciende del 96% al 68%. Además, la malnutrición ha aumentado debido a la disminución de los ingresos en los hogares, de acuerdo al informe Covid-19: Una mirada sobre su impacto en la comunidad educativa panameña del Monitor Social de Panamá, lo que afecta directamente la salud, la nutrición y el bienestar de los niños, niñas y adolescentes.
La implementación de una estrategia integral para la retención, reinserción escolar y recuperación de aprendizajes es esencial para avanzar hacia un sistema educativo que no excluya a ningún niño, niña y adolescente. Hay herramientas reconocidas como el “Protocolo de Retención y Reinserción Escolar” del Consejo Permanente Multisectorial para la Implementación del Compromiso Nacional por la Educación (Copeme) que busca garantizar el derecho a aprender de todos, independientemente de su residencia y/o condiciones socioeconómicas, evitando así el incremento de la deserción escolar. Este protocolo promueve generar una capacidad de respuesta coyuntural considerando la modalidad de estudios presencial y a distancia, las regiones educativas en Panamá y los actores y roles claves, lo que ayudaría en establecer una estrategia coherente y sistemática a un problema crónico como la deserción escolar.
El desafío del aumento de casos por malnutrición, debido a la imposibilidad de los estudiantes de acceder a los programas de alimentación de los centros escolares como consecuencia del confinamiento, requiere establecer programas integrales que promuevan y garanticen la nutrición, salud y bienestar de los niños, niñas y adolescentes. Potenciar programas como la Red de Oportunidades, que busca insertar a las familias en situación de pobreza y de pobreza extrema en el desarrollo nacional y garantizar los servicios de salud y educación nos ayudará a que nuestros estudiantes no se enfrenten a los devastadores efectos cognitivos y conductuales de la desnutrición y malnutrición.
Mejorar el sistema educativo en Panamá es posible, pero requiere una firme voluntad de acción. El desafío para nuestros nuevos gobernantes reside en diseñar mecanismos de implementación, seguimiento y medición que permitan conocer el nivel de eficacia de los programas y proyectos. Dado este primer paso, podrán identificar las fortalezas y debilidades sobre las cuales deberán encontrar y enfocarse para hacer de la educación un proceso inclusivo, equitativo e innovador.
“24 para el 2024″ de Jóvenes Unidos por la Educación, ofrece propuestas para dar respuesta a los retos de la educación nacional desde la visión de la juventud. Apropiarse de este documento es integrar la visión de la juventud a la construcción de un sistema educativo que ponga en el centro al sujeto y objeto de la acción formativa: a los estudiantes.
Los autores son miembros de Jóvenes Unidos por La Educación.