Las noticias falsas en salud se han convertido en un negocio rentable, con las redes sociales como principal herramienta comercial. Homeópatas, mercaderes de la medicina alternativa, conspiradores de oficio y abogados oportunistas son los máximos beneficiarios de la difusión de bulos médicos. Interés económico, frustración académica, notoriedad pública o anarquismo intelectual son los motivos habituales para diseminar elaboradas patrañas, utilizando el miedo y la ignorancia para lograr los aviesos objetivos.
Un estudio realizado por el Pew Centre reveló que 62% de los estadounidenses adultos recibe noticias falsas a través del ciberespacio. Sobre este mismo tema, investigadores de la Universidad de Wisconsin analizaron numerosas publicaciones en Facebook y descubrieron que la información fundamentada en rumores y teorías conspirativas en contra de la industria farmacéutica, fue más popular y compartida que las reseñas provenientes de fuentes confiables. El medio inglés The Independent, por su parte, reportó que de los artículos más distribuidos referentes al cáncer, más de la mitad contenía afirmaciones ampliamente desmentidas por autoridades científicas.
Un reciente editorial publicado en JAMA Cardiology (junio 26, 2019) y titulado “desinformación médica basada en el miedo: de vacunas a estatinas” alerta a la comunidad médica sobre las graves consecuencias de los bulos en salud. Antes de la introducción de la vacuna contra el sarampión, se suscitaban 3-4 millones de casos anuales de esta temible enfermedad infecciosa en Estados Unidos. Para el año 2000, la infección había sido ya eliminada. En la actualidad, muchos padres jóvenes están más preocupados por los esporádicos eventos adversos de los inmunógenos que por las aflicciones que ellos nunca vieron o sufrieron. Para colmo, además, un ensayo fraudulento en 1998 difundió una ficticia vinculación entre vacuna y autismo, promovida para conseguir cuantiosas indemnizaciones monetarias. Los éxitos iniciales en sacar dinero a las empresas farmacéuticas propiciaron el surgimiento de grupos antivacunas en muchas partes del mundo. Hoy en día, estamos siendo testigos del retorno de dolencias infecciosas que ya habían sido controladas.
Los calculados ataques están también invadiendo el campo de los fármacos. Las estatinas están empezando a ser las siguientes víctimas de las noticias falsas, con exageraciones sobre las reacciones colaterales y sobre las afinidades entre los investigadores y el “big pharma”, mientras, paralelamente, se promueven remedios naturistas, suplementos nutricionales y aceites esenciales, entre otros placebos. Tristemente, algunos facultativos actúan en complicidad sospechosa, ignorando la abrumadora evidencia que avala las recomendaciones preventivas y terapéuticas consensuadas a nivel internacional. La comunidad médica debe estar vigilante, educando a sus pacientes, dialogando con transparencia acerca de riesgos y beneficios de las medicinas prescritas y respondiendo con argumentos sólidos a los infundados cuestionamientos que circulan en el entorno mediático. Es indispensable que los profesionales de la salud se involucren más en estos perniciosos asuntos, denunciando a los farsantes y enfrentando activamente las comunicaciones de dudosa calidad que se vierten en redes sociales y sitios web, no respaldadas por ninguna asociación o institución de reconocida trayectoria en la esfera científica. Tenga cuidado. “Una mentira puede ya estar recorriendo la mitad del planeta mientras la verdad está apenas atándose los cordones de sus zapatos”. Consulte a su médico de confianza si tiene dudas. Su bienestar es siempre nuestro principal anhelo.
El autor es médico