Deformas constitucionales



Cuando todo parecía indicar que el Órgano Ejecutivo había logrado imponer su voluntad en el debate de las reformas constitucionales, los diputados lograron colar suficientes artículos que aumentan su poder en los otros órganos del Estado, deformando totalmente la intención de reformar la Constitución.

Fortalecer nuestra democracia a través de la separación de los poderes del Estado, limitar el poder ejecutivo, reestructurar el poder judicial y, eliminar fueros y privilegios del poder legislativo, surgió de la búsqueda de consensos en las mesas de la Concertación Nacional para el Desarrollo, con la participación de 23 sectores de la vida política, económica y social del país, incluyendo a los Órganos del Estado, partidos políticos y diversos grupos sociales, sindicales y gremiales.

No obstante, en un esfuerzo por proteger sus fueros y privilegios y, con una clara intención de intervenir en los otros Órganos del Estado, los diputados introdujeron una serie de modificaciones irreflexivas e inconsultas.

Una muestra de ello es que, con las reformas propuestas por la Concertación, la investigación de los diputados pasaría a ser responsabilidad del Procurador General de la Nación; sin embargo, los diputados con las reformas que modificaron, cambiaron la responsabilidad al Procurador de la Administración y, por si no fuera suficiente, pretenden intervenir en el Órgano Judicial a través del nombramiento y remoción de un fiscal superior que investigue a los procuradores. ¿Qué Procurador podría garantizar independencia cuando tendría una espada de Damocles amenazándolo con ser investigado por un fiscal que respondería directamente a los diputados? ¿Dónde queda la independencia que buscamos del Ministerio Público cuando su futuro sería incierto a capricho de una Asamblea que no tiene reparos en humillar funcionarios, ahora con el poder de nombrar y remover a su investigador?

El debate ha sido tan empobrecido que, para justificar su desacierto, alegan justicia selectiva por parte de los actuales Procuradores, cuando la entrada en vigencia de estas reformas excede el período constitucional de ambos funcionarios. Están legislando el futuro de nuestros hijos y nietos con una visión cortoplacista y casuística e impulsada por el miedo y la conveniencia propia.

Por otro lado, con las modificaciones propuestas a las reformas, los diputados podrían modificar directamente los ingresos presupuestados con el visto bueno del Contralor (a quien nombran y podrían mandar de vacaciones o licencia), y modificar los gastos a su antojo. Si antes los ministros se quejaban de la presión de los diputados para incluir renglones de gastos en el presupuesto, con esta modificación los diputados decidirán dónde y cómo se invertiríany gastarían los dineros del Estado. A juzgar por cómo han utilizado el presupuesto de la propia Asamblea, entre planillas, contratos y donaciones, el panorama sería catastrófico.

Rodrigo Noriega lo llama diputocracia, a mí solo se me ocurre llamarlo desgracia, porque a pesar de que los ciudadanos tendríamos la oportunidad de rechazar esta locura en las urnas, lo cierto es que estaríamos tirando a la basura todo el tiempo y el esfuerzo por introducir los cambios que necesitamos para fortalecer nuestras instituciones y, por ende, nuestra democracia.

Son 71 diputados, y ya la bancada independiente se pronunció en contra de la forma como se están discutiendo estas reformas donde, según declaraciones de los propios diputados, se procede a votar sin siquiera tener claro por lo que están votando.

¿Dónde están los diputados nuevos? ¿Aquellos que apenas empiezan una carrera política? Si bien este proyecto es una promesa en el plan de gobierno del Presidente Laurentino Cortizo, el fracaso de este proyecto recaerá directamente en la Asamblea, y su golpeada imagen los perseguirá por el resto de sus carreras.

El presidente anunció que llamaría a una constituyente paralela en el caso de que los diputados no aprobaran un documento cónsono con los objetivos de este ejercicio y, si bien ya hay voces incentivando este escenario, lo cierto es que el panorama podría ser peor. Una de las razones es que, elegir 60 constituyentes de la misma manera que se eligen los diputados, con partidos políticos empequeñecidos por el populismo y por la insistencia de un grupo minúsculo de personas, algunos de ellos diputados, que se han anclado en sus cúpulas, representaría un riesgo terrible, en una coyuntura de mucha debilidad y empobrecimiento de valores.

En medio de todo este panorama, quiero pecar de optimista, pues pienso que aún tenemos una oportunidad ya sea, de bajar el documento a segundo debate para corregirlo, o modificarlo en enero con los debates de la segunda legislatura. Esto no tiene que ver sólo con el partido político al que pertenecen los diputados, tiene que ver con las 71 personas que recibieron un mandato: velar por los mejores intereses del país y de sus ciudadanos. ¿Cómo quieren ser recordados frente a esta oportunidad que les da la historia?

El autor es miembro de Movin y conductora del programa Sal y Pimienta 

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