Siento admiración por los individuos Lgbt+ que salen del armario. Exhibir su orientación sexual o identidad de género en un país tan machista y homofóbico, constituye un acto de verdadero heroísmo. Hay que ser muy valiente para enfrentar chistes, burlas y estigmatizaciones, por parte de individuos heterosexuales que se jactan, erróneamente, de ser propietarios exclusivos de la normalidad biológica. Mi tributo especial a los padres o madres que aceptan y apoyan los proyectos de vida de sus hijos, por más disímiles que sean a los de ellos en materia de sexualidad y relación afectiva. Negar, castigar o abandonar a un vástago por el hecho de ser homosexual es una de las conductas más miserables que puede mostrar un progenitor.
Todavía no he podido encontrar ninguna razón lógica a la homofobia. ¿En qué afecta a los demás que haya matrimonios entre personas adultas del mismo sexo? Toda persona es libre de compartir hogares, alcobas y bienes con quien mejor le parezca. La frase “vive y deja vivir” es salomónica. ¿En qué afecta a los demás que gais decidan formar familia y adoptar niños? La familia “tradicional” es un mito. En el mundo, existe al menos una decena de estructuras familiares diferentes, todas legítimas. Una pareja homoparental que brinde amor, crianza y educación a niños adoptados, no solo genera jóvenes psicológicamente equilibrados, sino que representa una superior opción a una heterosexual, monoparental o extendida cuyos descendientes son relegados a indiferencia emocional, pobreza o deserción escolar.
La homofobia traduce inseguridad sexual de fondo. Las congregaciones religiosas son el mejor ejemplo de la paradoja. Diversas fuentes, dentro del propio Vaticano, han informado que aproximadamente un 80% de los miembros del clero católico radicado en Roma es homosexual y, a la vez, homofóbico hasta la paranoia. Estudios independientes han demostrado que el porcentaje de sacerdotes homosexuales en países occidentales oscila entre 15% y 60%. Aunque menos estudiado, se estima que frecuencias similares acontecen en cultos no católicos. Para contraste, la prevalencia de homosexualidad pasiva o activa, tanto en hombres como en mujeres, en la población general varía entre 6%-12%, según área geográfica y edad encuestada.
Diversas investigaciones científicas practicadas en Estados Unidos y Europa han demostrado que la homofobia es, en muchas ocasiones, una admisión implícita de un deseo homosexual reprimido, consciente o inconsciente. La homofobia suele darse con más asiduidad en gente con una atracción no reconocida por el mismo sexo, que ha crecido a la sombra de padres autoritarios que obviaban sus preferencias e intereses.
Aunque prevalece algún resabio de discriminación, particularmente en sociedades incivilizadas, las mujeres y los negros han superado largamente sus reinvidincaciones de igualdad. La colectividad Lgbt+ no ha podido todavía zafarse de esas insolidarias cadenas.
La incongruente retirada de logos y fotos por parte del Museo de la Libertad y los DDHH fue, tristemente, una bofetada a la inclusión de estos grupos marginados dentro de la sociedad panameña. Resulta revelador que la homosexualidad existe en más de 400 especies del reino animal, pero la homofobia solo en una. Como atinadamente señala el actor Morgan Freeman: “Odio la palabra homofobia; no es una fobia, usted no tiene miedo, usted es un imbécil”…
El autor es médico