CRÍTICA AL GOBIERNO

¿Estudiantes rehenes de los educadores?: Jorge Luis Macías Fonseca

Toda acción de paro laboral tiene un sabor impopular, sobre todo si afecta en alguna medida a la gente de escasos recursos. Frente a esto, el sector docente ha aprendido a ser oportuno. La huelga de advertencia de los educadores se da en un momento en que el gobierno varelista no da muestras de compatibilidad con el pueblo y en situación en que pierde cada vez más el apoyo popular.

Las reclamaciones docentes empezaron desde hace dos años –según explican los voceros de los huelguistas–, pero sin mayores resultados–. Esto ha pasado, tal vez, por la forma cómo los gobiernos acostumbran a tratar las justas reclamaciones.

El uso del poder que tienen los gobernantes, como su principal arma, lleva a los egocentrismos y a la aparición de los intereses políticos que ponen por encima de cualquier cosa. Y si se trata de gobiernos oligárquicos, con más razón, puesto que no conciben ceder o al menos aceptar que los sectores populares puedan lograr conquistas.

Acostumbrados a la imposición, a la demagogia y al “matraqueo”, portan un discurso intimidador y asumen posturas de confrontación olvidando que su papel de gobernantes los obliga a ser prudentes y sensatos.

El ministro de la Presidencia manifestó que no hay que confundir la tolerancia con la debilidad. La ministra de Educación reproduce el discurso presidencial de “estudiantes rehenes” y el presidente de la República habla de educadores que le dieron la espalda a la ministra, dejando entrever que se venía dando una relación extraordinaria y de intereses comunes, que fue traicionada por los educadores. En una palabra, dar la espalda a un “amigo” es un acto de traición en la interpretación del mandatario.

Por otro lado, no resulta cómodo ni elegante, en palabras del primer mandatario de la República, hablar de valentía y señalar de falta de esto a los educadores, por no haberle informado de las acciones de paro que iban a realizar.

Los gremios no están obligados a informar a nadie más que a sus colectivos sobre sus comportamientos y de sus estrategias, a menos que en el caso del sector docente se considere (según el Gobierno) un apéndice del oficialismo. No es adecuado caracterizar al educador panameño y, principalmente, a su dirigencia como falto de valentía, que también en una palabra es entendible como cobardía. No obstante, peor fue el planteamiento presidencial de que los estudiantes eran rehenes de los educadores.

Lo que en verdad cabe decir es que rehén es el pueblo de las políticas gubernamentales, que cada vez hacen crisis y que no le permiten llevar una buena existencia. Rehenes son los que a diario luchan por agua, salud, viviendas, carreteras, seguridad, educación de calidad; los que afrontan el alto costo de la vida, exigen transparencia en la gestión pública y una acción gubernamental sin demagogia. Aquí el único rehén es el pueblo.


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