Evolucionar para no morir



Evolucionar para no morir, o cuando menos, postergar la muerte. Eso es lo que el ser humano ha venido haciendo desde hace siglos, aumentando exponencialmente su longevidad gracias a los avances científicos y tecnológicos. Por el contrario, los dinosaurios (que no se extinguieron por la colisión de un meteorito o el cambio climático) simplemente desaparecieron porque no se adaptaron, no fueron capaces de innovar.

Así la banca, probablemente el más clásico y conservador de los históricos; deberá plantearse cambios en el corto plazo, pues, aunque aparenten no saberlo se encuentran en una situación compleja en la que tienen que lidiar con múltiples factores a la vez, incluso leyes y regulaciones que distorsionan su propósito y existencia. Abrir una cuenta (en especial en Panamá) es un suplicio, cuando debiera ser un trámite sencillo y accesible, situación que atenta contra el loable proyecto de bancarización. Nuevos actores incursionan en un mercado antes monopolizado por instituciones bancarias.

PayPal, empresa estadounidense, ofrece en casi todo el mundo su sistema de pagos en línea, transferencias de dinero entre usuarios y sirve como una alternativa electrónica a los métodos de pago tradicionales como cheques y giros postales. La compañía opera como un procesador de pagos para vendedores en línea, sitios de subastas y otros usuarios comerciales e incluso comercios físicos. Apple, al igual que otras grandes y poderosas corporaciones, tiene millones de usuarios afiliados a sus tarjetas de crédito.

Pero el mayor de los retos proviene de las criptomonedas, y no nos referimos únicamente al bitcóin. A la fecha existen más de mil 400 ¿Sorprendidos? No debiéramos, pues el concepto de criptomoneda en sí, es el resultado de un comportamiento natural del ser humano que se manifiesta a través de la rebeldía.

Un valor de cambio (moneda) cuya creación está regida por las matemáticas y no por los intereses de gobiernos y bancos centrales. El bitcóin demostró que es posible que las finanzas estén más cerca de la gente, que de las propias entidades financieras. Las instituciones mayores y más antiguas tienen interés en mantener su dominio del mercado.

En muchos sentidos, estos bancos tradicionales necesitan que el sistema actual dure el mayor tiempo posible para beneficiarse de la recuperación actual, después de la crisis bancaria ocurrida hace casi una década (2008). De igual manera, muchos consideran que el mayor daño que los bancos pueden infligir a las criptomonedas existentes es aceptar este concepto y desarrollar sus propias criptomonedas, para así competir y no morir.

Cuando traspolamos o incorporamos el pensamiento evolutivo a la economía y por ende a las empresas e industrias, algunas de ellas, en especial las dominantes, tienden a pensar en la inmortalidad del cangrejo; expresión popular que se usa para resaltar cuando un ente o persona está distraída y no está atenta a lo que debe, sino en un estado meramente contemplativo producto de su posición dominante que le permite un disfrute momentáneo, sin percatarse de los peligros que acechan y conspiran contra su futuro. El reto para a lo menos prolongar vigencia es mantener el proceso evolutivo y de reinvención. Lamentablemente no siempre ocurre así.

A mediados del siglo XIX se inventa el telégrafo, revolucionando las comunicaciones en el mundo. Enormes capitales y recursos fueron invertidos por naciones y empresas para ampliar el alcance del invento; y miles de puestos de trabajo se crearon. Pero poco después (¡sorpresa!) llegarían el teléfono y la radio, haciendo mella del valor económico invertido; dando paso al avance tecnológico a pesar de los ingentes esfuerzos de poderosos Estados y empresas que no asimilaban la pérdida de su cuantiosa inversión.

La economía evolucionista (entre los que destaca Friedrich August von Hayek, defensor del liberalismo y premio Nobel de Economía en 1974) enfatiza la importancia que tiene la innovación y el desarrollo de la tecnología en la evolución de la economía, empresas e industrias a lo largo de la historia, incorporando, por cierto, principios biológicos propios de las ciencias naturales, como lo son las ideas básicas de la teoría darwiniana.

Para los evolucionistas los consumidores juegan un papel determinante en el desarrollo tecnológico, y en la vigencia o muerte de una determinada industria; considerando que son ellos los encargados de evaluar y aceptar la integración de una determinada tecnología en la sociedad.

El autor es miembro de la Fundación Libertad

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