Como se ha hecho costumbre, desde hace mucho tiempo la sociedad colonense recibe las fiestas de fin de año en medio de incertidumbres, desasosiego, desesperanzas y demagogias.
Los deseos de feliz Navidad y prosperidad en el año que próximamente principia, no pasan de ser un cumplido y por supuesto una falacia. En esto hay una especie de sadismo político y de gozo con el padecimiento de la gente, de parte de los responsables de la administración pública, incluyendo los gobiernos nacional y municipal.
Es impensable que una gestión alcaldicia totalmente retrasada pueda desear felicidades y prosperidad. Sin políticas de desarrollo definidas, con el incumplimiento de las asignaciones económicas a las juntas comunales, lo cual imposibilita respuestas a las comunidades, con la supuesta deuda municipal de las cuotas de seguro social de los colaboradores, con la acefalía de la alcaldía por viaje del titular sin habilitación de la suplente, con la pomposa celebración del cumpleaños del burgomaestre en medio de la pobreza de la población, es insensato hablar de felicidad.
Y desde el estrado nacional, la demagogia que como arte es excelentemente bien usada, promete desde la presidencia millones a la Universidad Regional de Colón, quedando todo en pausa y desde la vocería del Miviot de parte de su voz más autorizada, la cual indicó que nunca jamás se inundaría la ciudad, terminó contrariamente sumergida en las aguas. ¿Cómo se puede desear felicidad y prosperidad?
Desde luego, la Renovación Urbana que no ha integrado a la población, tal y como rezó su “slogan de promoción”, interesada además en la implementación del Puerto Libre para los comerciantes, destartaló la ciudad dejándola en las peores de las condiciones solamente comparables a la que describió a finales del siglo XIX el Dr. Eusebio A. Morales.
Tenemos una población con pocas posibilidades de desarrollo, la cual posee una muy alta escolaridad, pero que actualmente está mayormente sin empleo. Pero contrariamente a esto son promovidos por las empresas que construyen proyectos en Colón, otros sectores que bien sirven a los intereses políticos, muchos de los cuales–según se afirma– recibían pagos y beneficios económicos sin trabajar. La delincuencia presenta cifras alarmantes en una sociedad moralmente destruida. ¿Cómo se puede desear felicidad y prosperidad?
Pero en medio de las fiestas navideñas pululan papás Noel en cantidad altamente importantes, que vestidos malamente con su atuendo, con caras de hombres y mujeres benefactores y solidarios se muestran estrechándose con niños, dándole un “engañito”, con la finalidad de que al final reciban el beneficio de la comunidad.
Son estos, entre los que no se descartan diputados, que con rarísimas excepciones mantienen una actitud de compromiso con el electorado, los que también se exponen en las redes sociales, haciendo circo y dando pan.
Por ello, esas expresiones de felicidades y de prosperidad nada más cumplen con una formalidad, y no son más que repeticiones que en el fondo no se sienten pero que se plantean como parte de la fórmula para mantener vigencia.
No puede haber feliz Navidad en una ciudad en crisis y menos un próspero año si no se advierten actitudes y comportamientos comprometidos con la suerte de Colón. La comunidad que atienda lo que le corresponde y el gobierno que haga su parte sin demagogia.
El autor es docente universitario
