Los organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, han señalado que uno de los principales problemas de este sector es la gerencia, habida cuenta de que existen evaluaciones entre los recursos invertidos y el impacto en los indicadores de salud en los países miembros de estas organizaciones. La posición de Panamá, según estas evaluaciones, indica que debemos tener mejores rendimientos, en función de los recursos invertidos.
Siendo la Caja de Seguro Social la institución que mayor cobertura de salud ofrece a los panameños y la que nos garantiza una pensión al retirarnos de la vida laboral, es obvio que nos preocupemos por sus problemas, y creo que todos coincidimos en señalar la falta de medicamentos, la mora quirúrgica, el sistema de citas, la atención oportuna y, desde luego, la incertidumbre de un sistema de pensiones capaz de atender a los presentes y futuros pensionados.
Si el Estado decidiese solucionar los problemas que hemos señalado, sin resolver el tema de gerencia, podemos tener la certeza de que con el tiempo aflorarían nuevamente, porque sería una solución táctica, pero no estratégica; y la segunda implica tomar las medidas para que estas situaciones no se repitan.
Reconocemos la complejidad de la institución, pero hay un dicho que expresa: “Las cosas complejas se reducen a principios sencillos”. Probablemente tenemos administradores abrumados por problemas, cuya percepción no necesita mayor formación, pero no tienen la capacidad para entender las variables significativas. Una vez resueltas estas, los demás problemas se solucionarían por inercia.
Proponemos una organización matricial, en la que cada unidad ejecutora tenga unidades administrativas horizontales que les permita tener capacidad de resolución de sus respectivos problemas, pero, a la vez, haya programas verticales a los que el administrador de la unidad ejecutora se pueda integrar, y que le permita a la institución aprovechar las ventajas de una economía en escala.
En algún momento se debe hacer un acto de contrición y aceptar la responsabilidad quienes no hayan realizado la tarea que le corresponde, porque cuando se revisa la cadena de procesos, observamos que todos eluden la responsabilidad en el sentido de que justifican su actuación. La pregunta que nos hacemos es quién tiene la responsabilidad de ver la organización, como un sistema que pueda determinar cuándo se paralizan los procesos porque un componente no tiene los insumos para seguir adelante. Cuando esto se produce hay un “disfuncionamiento” que se traduce en los problemas señalados.
En la empresa privada, uno de los requisitos que se pide a quien aspira a un puesto de trabajo es laborar bajo presión, lo que significa tener las competencias para ejercer un cargo y poner en evidencia a quien no me suministra los insumos necesarios, en forma oportuna, para hacer lo que corresponda. Cuando esto ocurre el sistema se encarga de expulsar a quienes no cumplen con sus responsabilidades.
En el sector gubernamental, esto implica un cambio cultural, pues la norma es un mal entendido compañerismo, que nos lleva a proteger a los ineficientes.