Muchos, de jóvenes, fuimos rebeldes e idealistas. Aunque las utopías se atemperan con el tiempo, después de adquirir conocimiento técnico, equilibrio mental y pragmatismo utilitario, mantener las que buscan el beneficio colectivo nos convierte en personas respetables, solidarias con la otredad. La juventud actual, empero, es bastante apática e individualista. Me encantaría ver a nuestros muchachos clamar por el derecho a recibir educación sexual integral y a que se respete la diversidad biológica del ser humano. El mundo necesita con urgencia adolescentes como Greta Thunberg, que expresen públicamente sus temores y nos reclamen los errores cometidos. Ella lo hizo sin apelar a sus incipientes convicciones sino a las sabidurías de los que más conocen sobre el tema climático: los científicos.
Pero, la mezquindad de los que solo procuran provecho personal, colocando el dinero por encima de todo, y de los imitadores de corrientes ‘negacionistas’, envidiosos por no ser eruditos en nada, inundó las redes sociales con comentarios degradantes, acusando a la niña sueca de torpe, marioneta y melodramática. En esa ruindad, se mofaron hasta de su síndrome de Asperger, una condición neurobiológica que se puede detectar hasta casi en 1 por cada 1000 habitantes, considerada una forma sutil de autismo de alto funcionamiento, que dificulta la comunicación social, el manejo de aspectos verbales o no verbales (contacto ocular, gestos, postura corporal) y la relación interpersonal. Con suficiente motivación e integración social, empero, los afectados pueden destacar en determinadas tareas haciendo gala de extraordinaria memoria, capacidad cognitiva y atención al detalle.
Más del 99% de los científicos a nivel mundial concuerda en que el calentamiento global del planeta tiene origen antropogénico. El rechazo es promovido por intereses comerciales de las empresas que afectan el medio ambiente, como las de hidrocarburos y automóviles. La táctica consiste en denigrar el consenso científico a través de la vocería de “influencers”, políticos poderosos y seguidores capitalistas. El financiamiento de ExxonMobil ha estado detrás de las campañas contra el cambio climático. Se ha constatado, además, la asignación de fondos a entidades “think tanks” liberales como: Cato Institute, Heritage Foundation y George Mason University, entre otras, para difundir pseudociencia que retrase el desarrollo de energía limpia. Este cabildeo recuerda al empleado por las tabacaleras para enturbiar la relación entre cigarrillo y cáncer. Se evidenció la participación de Philip Morris en pagos a médicos sobornables y coimas a funcionarios, periodistas y abogados para los aviesos gatuperios. Mucha gente murió de cáncer debido a la execrable práctica.
El ‘negacionismo’, en psicología, representa una conducta irracional que elige refutar la realidad para evadir verdades incómodas, a favor de mentiras más confortables. Los propulsores del creacionismo, terraplanismo y antivacunas, por ejemplo, usan lenguaje similar. Ellos manifiestan que argumentan con datos y pensamientos críticos, pero mezclan distorsiones, medias verdades, tergiversaciones, hipérbolas de cifras, falacias de artículos desacreditados, alusiones a falsos expertos o acusaciones de conflictos de interés de especialistas, para elaborar silogismos convenientes. Como señala Neil deGrasse Tyson: “Si pretendes afirmar una verdad, primero asegúrate que no es solo una opinión que anhelas desesperadamente que sea cierta”.
El autor es médico