Una y otra y otra vez, la historia nos enseña que nada aprendemos de ella.
Los intereses creados es una obra teatral de Jacinto Benavente estrenada el 9 de diciembre de 190. Es la vida falsa de una pareja de pícaros (¿políticos?). En su obra, Jacinto Benavente evidencia lo que el engaño, la avaricia y la mentira pueden hacer. Para entender el propósito de la obra, leamos lo que expresa Crispín, personaje principal, quien dice: “Mejor que crear afectos es crear intereses”. A mi entender, en su decir, Crispín resume acontecimientos políticos criollos recientes. Algunos partidos políticos y algunos de sus respectivos diputados son objeto de rechazo de la población electoral, sin embargo, ambos, partidos y diputados, mantienen el actuar clientelista, ahondando el rechazo señalado. Gente con educación y poder, pero sin valores, motivados solo por sus intereses creados políticos y económicos, apoyan financieramente a candidatos, logrando así que estos lleguen a la Presidencia de la República comprometidos con ellos. Esto ocurre desde el nacimiento de la nación, y conduce a la corrupción y el clientelismo político. El “dólar” pone candidatos. El que no da, no gana, dice un diputado que busca la reelección. A este último la Contraloría le rechazó un refrendo de compra de bonos de 100 dólares por 500 mil dólares.
¡Cuánto descaro y despilfarro de fondos estatales! Y esas víctimas de estos atracos de fondos de nuestros impuestos, quienes también pagan impuestos, lo reeligen. Y el círculo de corrupción continúa: me robas, me regalas un jamón, te reelijo; me robas, me regalas un jamón, te reelijo; y así hasta el infinito.
Esperamos que en las próximas elecciones quien resulte ganador como presidente ponga distancia con los donantes y no se sienta comprometido a devolverle los millones que aporten a su campaña. Me comentaron de un ciudadano que dijo que él aportaba a campañas de candidatos de diferentes partidos porque era inversión que le garantizaba sus contratos. Que era la mejor inversión, porque cada dólar que invertía se le multiplicaba por 100, que no había banco que pagara ese tipo de intereses.
No hay control de los dineros que se reparten a electores en días de primarias y de elecciones generales, en los cuales hasta se empeñan cédulas, y se compran votos a 10 y 20 dólares. Y como nadie lo denuncia, no pasa nada, y no hay registro de miles de dólares en “inversión”.
El Tribunal Electoral debe reglamentar los aportes privados a campañas de presidente y diputados, limitándolos a sumas justas y no comprometedoras, o mejor aún, el Tribunal Electoral debe financiar totalmente las campañas electorales de todos los candidatos a elección popular, incluyendo a los independientes. De tal forma que todos estén en igualdad de condiciones económicas y que no sea el “dinero” de intereses creados el que decida quién gana.
Creemos que estos mismos intereses creados, políticos y económicos, están detrás de las “reformas” a la Constitución. Los mismos que por años han demandado y vociferado necesidad de una nueva Constitución por razón de que la actual es “militarista”, hoy día los encontramos promoviendo modificaciones o reformas a determinados artículos de esta. ¿Qué mosca les picó para cambiar de opinión? De seguro no son moscas rusas ni chinas, ni las temibles abejas africanizadas. Pudiesen ser los arrogantes mosquitos criollos, incubados en viveros de intereses creados de dueños de grandes fortunas que son los que mueven la economía nacional hacia sus intereses personalísimos. Aun si estuviese en lo cierto, entiendan que una nueva Constitución no mejorará la situación de corrupción ni del poder concentrado en la presidencia, ni del juega vivo del clientelismo, ni las partidas 080 o 172, y que los remiendos de reformas serán peores si no existe voluntad de educar y de la seguridad de castigo. Entendiendo que educar comprende invertir tiempo en promover la ética y la moral, explicar causa y efecto, acción y reacción, que no hay crimen sin castigo, que si llamas a un funcionario para que le eche tierra a un caso de nepotismo evidente, esto tendrá su consecuencia, por más encumbrado que estés por tu cercanía al presidente.
La nueva Constitución no es una pócima mágica que al día siguiente de ser promulgada los habitantes cambiarán sus hábitos enraizados en el cerebro por años de corrupción. Sí es el paso correcto en la dirección correcta, pero por sí sola no funciona.
En ejercicio de mi derecho ciudadano a opinar, estoy obligado a manifestar mi vergüenza y rechazo por la postulación a cargo público para diputado del preso de El Renacer por sospecha de corrupción. Opino que esto constituye una burla a la justicia, a la ley, la ética y la moral.
Lo más grave es que a pesar de que el reino de lo que es posible no es infinito, está dentro de lo posible que salga electo… Así de desfigurado están nuestros electores.
Así lo percibo, así lo escribo.
El autor es analista político
