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POLíTICA

Interminables penurias argentinas

En el actual panorama político argentino hay un candidato que quedó consagrado como presidente virtual, sin estar oficialmente electo, y un mandatario derrotado que debe decidir entre gobernar o hacer campaña política de cara a los comicios de  octubre.

Mauricio Macri, el actual presidente de Argentina, está obligado a conducir una transición ordenada con medidas acordadas con quien podría ser su sucesor cuando cambie el gobierno en diciembre. Pero quiere seguir compitiendo, en lugar de empezar a cogobernar con Alberto Fernández, el nuevo líder del peronismo que lo derrotó de manera contundente en las primarias del 11 de agosto, un proceso electoral que sirve como indicador de las preferencias para la primera vuelta en octubre.

Macri cree que puede revertir el resultado, pero la mayoría en su entorno considera remotas las  posibilidades ante una diferencia de 15.6 puntos que aún podría ampliarse.

Una de las causas del fracaso de la gestión de Macri se encuentra en su incapacidad para ganarse a la mitad de los argentinos que no lo apoyó en el 2015  y que apostó a que sucumbiera antes de tiempo.  Llegó al poder con la promesa de controlar la inflación y erradicar la pobreza. No cumplió ninguna de las dos. Los precios han aumentado cerca del 60% y la pobreza alcanza al 32% de la población.

Ese escenario permitió que el peronismo, que ha gobernado Argentina la mayor parte del tiempo desde 1945,  se rearmara para enfrentarlo. Fernández, hasta hace tres meses, era un profesor universitario alejado de los focos de la política, después de cinco años como jefe de ministros del kirchnerismo. La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) -quien sucedió a su fallecido esposo Néstor Kirchner (2003-2007)- lo convenció para que encabezara la fórmula presidencial con ella como segunda. La audaz maniobra política dio resultado.

Macri ha tratado de achacarle el naufragio de su desempeño económico a 12 años de gobiernos kirchneristas, algo que refutó el experto en economía y política latinoamericana Mark Weisbrot, quien afirmó en un artículo en The New York Times que “los gobiernos de los Kirchner estuvieron entre los más exitosos del hemisferio occidental” y generaron “importantes mejoras en la calidad de vida de la mayoría de los argentinos”.

Weisbrot, director en Washington  del Centro de Investigación Económica y Política, sostuvo que Macri es el único responsable de su desastroso programa económico.

Sin embargo, en lugar de propiciar  una transición sin sobresaltos, se lanzó a tratar de condicionar votos, en un intento desesperado por ganar en octubre y forzar a Fernández a una segunda vuelta en noviembre.

Eliminó hasta fin de año el pago del 21% del impuesto sobre los artículos de consumo, congeló los precios del combustible, adelantó el aumento de jubilaciones e incrementó los salarios al sector público y privado. Esas acciones para tratar de cazar los votos perdidos, tiene a Macri enfrentado con los 25 gobernadores federales, de los cuales 19 son peronistas. Los más de $1,000 millones que costará el llamado alivio económico, será dinero que dejarán de recibir las provincias. Los gobernadores denunciaron las medidas económicas como inconstitucionales y  llevarán el asunto ante la Cortes Suprema de Justicia argentina.

Esa decisión, además, rompe el severo acuerdo de austeridad impuesto en junio del año pasado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de un rescate financiero de $57 mil millones, el mayor de la historia. Hasta el momento, el FMI ha desembolsado $44 mil 100 millones. Una misión de ese organismo viajará a Buenos Aires próximamente para revisar el programa acordado, que ya no existe al ser dinamitado por las medidas de Macri, y decidir si autoriza un nuevo giro por $5 mil 400 millones para mediados de septiembre.

La carga del endeudamiento argentino equivale al 90% de un Producto Interno Bruto de $435 mil millones. Una pesada herencia para el nuevo gobierno.

Fernández, por su parte, reconoció que las condiciones acordadas con el FMI dificultan que Argentina se convierta en un país económicamente viable. Aseguró que antes de cumplir con las obligaciones contraídas tendrá que renegociarse un nuevo acuerdo con el FMI y el vencimiento de los pagos que comienzan en el 2021.

En lugar de gobernar generando crisis, Fernández afirmó que “los peronistas somos los que, históricamente, venimos a solucionar las crisis”. Para hacerlo, está centrado en diseñar un esquema de poder con el espectro político, sindical y empresarial que lo respalda. Pero, por el momento, serán las actuaciones de Macri y su interacción con el FMI las que les ahorrarán mayores penurias a los argentinos.

El autor es periodista


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