Cuando somos madres y decidimos apostar por la lactancia, es muy frecuente encontrarnos con opiniones o juicios diversos, de personas de nuestro entorno o incluso desconocidas: “ahora puedes comer por dos”, “no puedes tomar café”, “no comas lácteos porque le dará cólicos”, “si eres vegana no puedes amamantar”, “llora porque tiene hambre” y un largo etcétera. Normalmente, estas ideas están basadas en creencias que se transmiten a lo largo de las generaciones, aunque no tienen ningún fundamento, las seguimos escuchando y muchas veces padeciendo.
La leche materna es el primer alimento natural de los niños, proporciona toda la energía y los nutrientes que necesitan durante los primeros meses de vida para su adecuado crecimiento y desarrollo, además de proteger al bebé de enfermedades infecciosas y crónicas. También, contribuye a la salud y el bienestar de la madre, disminuye el riesgo de cáncer de ovario y mama, es una forma segura de alimentación y resulta inocua para el medio ambiente.
Como pediatra, recomiendo lactancia materna exclusiva al menos durante los seis primeros meses de vida y a partir de entonces la introducción progresiva de alimentos complementarios y agua.
El periodo de lactancia es, junto a la gestación, una de las épocas en la vida de una mujer de mayor requerimiento nutricional, pero no hay que comer el doble de lo habitual. Es importante mantener una dieta sana y equilibrada, es decir, consumir todos los nutrientes y en cantidades adecuadas para cubrir las necesidades. Mis recomendaciones para las madres que amamantan son:
Variedad de alimentos: comer todo tipo de alimentos (cereales, frutas, verduras, aceites, lácteos, carnes, etc.), ya que ningún alimento contiene por sí mismo todos los nutrientes necesarios. No evitar alimentos, aunque tengan sabor fuerte (como el apio, la cebolla o los espárragos) por miedo a que modifiquen el sabor de la leche. Tampoco evitar alimentos que suelen provocar alergias, los últimos estudios concluyen que restringirlos no previene futuras alergias en el niño. Si el pediatra diagnostica una alergia alimentaria, le recomendará que deje de comerlo durante la lactancia.
Comer más frutas y verduras: contienen agua, hidratos de carbono, fibra, y casi todos los minerales y vitaminas hidrosolubles. Si son frescos y de estación, mucho mejor.
Cinco comidas al día: es ideal comer porciones más pequeñas, varias veces al día, para mantener un buen nivel de energía y evitar los ataques de hambre.
Buena cantidad de líquidos: la leche materna está compuesta en un 85%-90% de agua, por lo cual estar bien hidratada es vital. Con alrededor de dos litros de agua diarios es suficiente.
Reducir la ingesta de dulces, snacks, embutidos, helados o comidas rápidas porque aportan muchas grasas y calorías.
Limitar el consumo de cafeína (incluyendo café, refrescos, tés, bebidas energéticas, chocolate y helado de café) a no más de dos tazas de café de 150 ml.
Evitar el consumo de alcohol porque pasa a la leche materna y puede afectar al bebé. El cuerpo tarda de dos a tres horas en eliminar el alcohol de una cerveza o un vaso de vino. Continuar durante la lactancia con los suplementos prenatales, por lo menos los primeros meses, ya que los requerimientos de calcio, hierro y algunas vitaminas aumentan.
Las madres vegetarianas o veganas necesitan un aporte de vitamina B12, que solo está presente en alimentos de origen animal. Según la Academia de Nutrición y Dietética, las dietas vegetarianas bien planificadas son saludables, nutricionalmente adecuadas y pueden proporcionar beneficios para la prevención y el tratamiento de varias enfermedades crónicas; son apropiadas para todas las etapas del ciclo de vida, incluyendo embarazo, lactancia e infancia y son sostenibles desde el punto de vista medioambiental. Pero deben ser “adecuadamente planificadas”, ya que su déficit puede repercutir gravemente en la salud de la mamá y del bebé.
La leche de soya es, desde mi punto de vista, además de la leche materna, la única opción para los hijos de madres veganas. No recomiendo utilizar leche de almendra, leche de quinoa, leche de arroz o leche de coco, puesto que no cubren las necesidades nutricionales de los niños menores de un año de edad.
Como madre de una bebé de 11 meses, que todavía toma leche materna, concluyo que, si bien la lactancia materna es un acto natural, es a la vez, un comportamiento que se favorece brindando información veraz, mostrando empatía, teniendo menos prejuicios y emitiendo menos juicios.
La autora es pediatra