El pasado y futuro de la humanidad son magistralmente analizados por Yuval Noah Harari en sus libros “Sapiens” y “Homo deus”. El genial escritor israelí, uno de los más brillantes pensadores contemporáneos, acaba de publicar una nueva joya literaria titulada “21 Lecciones para el siglo XXI”, obra que desgrana cinco grandes temas: el desafío tecnológico, el desafío político, la desesperación/esperanza, la verdad y la resiliencia.
El vertiginoso avance de la tecnología es uno de los más grandes retos al que nos enfrentamos. Después de los rotundos fracasos del fascismo y el comunismo, se pensó que el liberalismo sería la fórmula definitiva, pero ha ido perdiendo credibilidad ante la imposibilidad de resolver la inequidad social, el colapso ecológico y la disrupción tecnológica. La inteligencia artificial y la robótica desplazarán millones de ocupaciones. Hasta ahora, los trabajadores han corrido el riesgo de ser explotados, pero se avecina algo peor: ser irrelevantes. Las dictaduras digitales, creadas por los algoritmos de macrodatos (big data), socavarán tanto la libertad como la igualdad de manera dramática. Habrá que regular la propiedad y la utilización de la información e ir pensando en reducir la jornada laboral y la renta básica antes de exponernos al desempleo masivo.
En la esfera política se necesitará sagacidad para superar el tradicional tribalismo de las poblaciones humanas. La globalización llegó para quedarse, pero vive constantemente amenazada por posiciones extremas y arengas de odio, diseminadas y amplificadas a través de las redes sociales. Se requerirá diseñar estrategias contundentes contra los radicalismos que pretenden atomizar las regiones y arruinar la convivencia armónica entre semejantes. Una cosa es exhibir patriotismo (amor por lo propio) y otra muy distinta es vomitar nacionalismo (aversión a lo ajeno). El creciente rechazo a la inmigración pone en entredicho la supuesta racionalid ad de la especie. Lo paradójico de esta ruin conducta es que todos los individuos, antepasados o actuales, hemos sido inmigrantes en algún momento de la historia, fenómeno que usualmente conduce al enriquecimiento del entorno en cultura, economía y diversidad.
En el capítulo de desesperación y esperanza, Harari clama por la humildad. Sobrestimar nuestra importancia puede ser notoriamente dañino y conducirnos a otra guerra colectiva, quizás más cruenta y destructiva que todas las anteriores. Las fobias (racismo, xenofobia, homofobia, etc.) son las formas más execrables de aborrecimiento al prójimo y surgen por el convencimiento de creernos superiores al otro. La religión, más que ayudar, ha profundizado aún más las divergencias, generando hostilidades perniciosas. Ha llegado quizás el momento de empezar a desaparecer a dios para salvar al hombre. Necesitamos una nueva ideología global que una a las gentes. El laicismo tiene la llave para lograr la vital conciliación. No parece causalidad que las naciones más agnósticas tienden a ser también las más pacíficas, éticas y humanistas del planeta.
En el tema de la verdad, el autor ofrece recomendaciones para no sucumbir a las noticias falsas y a la renovada gama de tramas conspirativas contra el cambio climático, las vacunas, los derechos humanos y los consensos de expertos. Insta a los científicos a divulgar los descubrimientos, popularizar la ciencia, atraer a los jóvenes al ámbito de la investigación y combatir los bulos mediante el fortalecimiento del pensamiento crítico de la sociedad. La mayoría de las decisiones personales se basan en reacciones emocionales y atajos heurísticos, más que en reflexiones racionales. La ciencia debe jugar un rol trascendental en orientar a los ciudadanos sobre los caminos a recorrer para progresar, optimizar la calidad de vida y desenmascarar a los oportunistas charlatanes.
Finalmente, Yuval aborda la resiliencia, explicando cómo vivir en esta época de desconcierto y desinformación. Estamos pirateando humanos y nuestro modelo educativo no está preparado para su asimilación. Hay que aprender a aceptar los cambios que acontecen alrededor, cada vez más fulgurantes, con pragmatismo y equilibrio mental, desestimando el apego a fijaciones triviales. Alguna forma de meditación nos puede ayudar para aliviar ansiedades y mejorar rendimientos. En una era repleta de nueva información, producida a ritmo trepidante, disponer de momentos de abstracción y recogimiento puede ser clave para la salud mental.
Al paso que vamos, el mundo no se dividirá más entre ricos y pobres, sino en humanos privilegiados, humanos útiles y una enorme masa de humanos prescindibles. Sin una uniforme educación de calidad, estamos perdidos…
El autor es médico