Leer no es suficiente



Terminada la Feria del Libro, queda ponerse a leer. Si la semana pasada hablábamos de la necesidad de rodearnos de libros, ahora toca profundizar en la idea de la buena lectura y su influencia en el lector y su entorno, idea que busca derrotar el nuevo integrismo ideológico que amenaza con sumergirnos en el pensamiento único y sus guerras por el relato.

Leer no es suficiente si la lectura solo persigue la cantidad de títulos excluyendo la reflexión. Lecturas que no apelan a la razón, que solo buscan la frase o la idea que sostenga mi propio y exclusivo sistema, no es una buena lectura. Legitimar el integrismo ideológico por medio de los libros puede ser hasta un derecho, pero desde luego, no es para nada edificante.

He escuchado a escritores, políticos, creyentes, derechones e izquierdosos llenarse la boca de lecturas e ir inmediatamente en contra de cualquier ser humano que piense lo contrario a él, exhibiendo una capacidad para la impermeabilidad al conocimiento que es preocupante. Y hasta hacen programas de radio y televisión con libros, entrevistas y todo.

Por eso muchas veces leer no es suficiente; requiere de reflexión. Si un coach cubano enseña a leer más rápido que nadie, ¿también dicta un curso de reflexión rápida? No se trata de leer más, que siempre está bien; se trata de leer mejor, de reflexionar más, de mirar bien las técnicas del novelista, de recuperar lo relevante del ensayista, las imágenes del poeta. Para bien o para mal, escribir, leer y reflexionar son cuestión de tiempo acumulado, no de tiempo robado a la razón y al conocimiento.

El pensamiento único va escorándonos hacia la pérdida de la convivencia democrática. Leer es fácil, pensar es más complejo, y es esto lo que no interesa. Ningún tema debe ser objeto de integrismo ideológico: cabe reflexionar y debatir, buscar desde el propio conocimiento y el reconocimiento del otro, los caminos para solucionar los conflictos que nos apremian.

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