Un país es también su música, y preservarla y conocerla es un ejercicio de memoria al que no le prestamos la suficiente atención. En estos tiempos, en los que el olvido de lo que hemos sido es una costumbre muy extendida, conforta saber que hay quien no solo disfruta la música hecha en Panamá, sino que la conoce, la preserva y la difunde tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Mario García Hudson es, quizás, el mayor experto en nuestra música. Compositores, intérpretes, grabaciones, orquestas, combos, géneros musicales, a Mario, desde su sala de máquinas en el Centro Audiovisual de la Biblioteca Nacional, no se le resiste nada de la historia musical patria, labor silenciosa que le es mejor reconocida y valorada a nivel internacional.
Se ha convertido casi en una tradición su conferencia magistral en la Feria del Libro de Panamá. Con sus zapatos “black and white” y haciendo gala de conocimiento, humor y pasión, desgrana, dándonos a escuchar fragmentos de discos antiquísimos, parte de nuestra historia sentimental, haciendo las delicias de los que quieren recordar de dónde venimos.
Volvemos a la memoria, la intrahistoria que decía Unamuno. La música registra como ningún otro arte los sentimientos cotidianos del ser humano, reseña cómo éramos entonces y deja para la posteridad una memoria pequeña, pero imprescindible, remedio sin duda contra las grandes amnesias que padecemos. Una educación sentimental que no debemos perder.
Nuestra historia musical es mucho más brillante de lo que creemos y nos ofrece una visión de nosotros mismos, de nuestras raíces, que seguro no se creerá la mayoría: hemos sido determinantes en muchos géneros, pero la ignorancia desarraiga, desvincula, nos hace parecer menos.
Mario García Hudson retrata el valor de nuestra historia musical así: “tradiciones de un pueblo que encontró, por medio de la música, una herramienta útil para mirar en el pasado las huellas hechas pasos, en letras y sonidos al compás de una clave con nombre Panamá”.
El autor es escritor