Casi coincidente con la frase “Patria o muerte”, del líder cubano Fidel Castro, quien cerró con ella un vibrante discurso ante el funeral de un centenar de muertos dejados, el 5 de marzo de 1960, por la explosión de granadas y municiones del barco francés La Coubre, en la Habana, Cuba, está: “Patria y muerte” que se generó el 9 de enero de 1964 en Panamá.
No se trató de una disyuntiva en Panamá, no era elegir entre uno u otro.
Definitivamente no quedaba opción, porque desde muy temprano panameños de sectores comprometidos con el interés nacional plantearon una posición nacionalista y antiimperialista. Entendieron que la independencia de Panamá de Colombia, aupada por Estados Unidos, puso en el territorio del país a un poder extranjero que se benefició con un canal y su zona, que por mucho tiempo constituyó un agravio que laceró la soberanía del Istmo.
Tanta fue la afrenta de Estados Unidos hacia Panamá, que, por ejemplo, en la disputa entre Panamá y Costa Rica por tierras limítrofes, imponen el Fallo White, que obliga al país a abandonar los territorios en contienda.
La protesta panameña, por medio del entonces ministro de Relaciones Exteriores, Narciso Garay, produjo una de las más excelsas protestas, que a juicio nuestro constituye un pronunciamiento (1914) que recoge en puridad el sentimiento panameño y que 50 años después (1964), cobró vigencia con el heroísmo de hombres y mujeres que dieron sangre y vida por la soberanía nacional.
Narciso Garay dijo: “En presencia de la actitud inequívoca asumida por el Departamento de Estado de Estados Unidos, Panamá se ve obligada a su duro destino, pero en su misma debilidad, clama al cielo por la injusticia y la violencia a que se le sujeta”. Declaró que “mientras palpiten corazones panameños en el mundo, conservará viva la herida profunda inferida a su dignidad y a su altivez, y mirará con ansiedad hacia el porvenir en espera de esa justicia redentora que hoy se le deniega, pero que llegará algún día, por inexorable designio de Dios”.
El 9 de enero de 1964 los palpitantes corazones panameños miraron con ansiedad el porvenir y asumieron su responsabilidad patriótica. Su consigna fue la patria primero y la muerte después. La justicia redentora que se le negó hizo acto de presencia para hacer un alto y para reivindicar de una vez por todas a la patria.
El ejemplo de estos valerosos paisanos marcó una etapa en la ascendente lucha por la integración plena del territorio panameño. Es el más importante episodio de la era republicana, signada por los arreglos económicos y políticos y por las demagogias y acomodos de grupos económicos con el imperio estadounidense.
La coyuntura histórica del 9 de enero de 1964 cerró un momento de ruegos y de tibios reclamos económicos, favorecedores a los grupos económicos locales y abrió el abanico de la dignidad.
