Un sistema de salud está formado por muchos componentes, entre los cuales destacan el personal de salud, los pacientes, las instalaciones, los medicamentos e insumos y la plataforma financiera e informática sobre la cual descansa toda la estructura. Todos estos componentes son, sin duda, muy importantes, pero la actitud del personal de salud y de los pacientes es lo que hace la diferencia entre los sistemas.
Por eso, nos hemos empeñado en decir que en el sistema de salud de Panamá, donde se ha logrado una escala salarial justa y sin precedentes (logrado en esta administración), y un abastecimiento de medicinas más que aceptable, es la actitud de los seres humanos lo que marca la diferencia entre un sistema eficiente y uno ineficiente.
Hace unas semanas estuve en Bocas del Toro para atender quejas de la población, que datan de hace años. La gran mayoría orientada a las atenciones sin dignidad ni respeto a los pacientes por parte de los funcionarios. Esto me inspiró a volver a escribir sobre este tema.
En nuestro país tenemos una gran cantidad de personas que sufren de las enfermedades no transmisibles (o de transmisión social), como lo está demostrando el Censo Nacional de Salud Preventiva. Este grupo de pacientes requieren que se les dedique tiempo para explicarles su enfermedad y los cambios en el estilo de vida que deben hacer para el control de la misma. De otro modo, solo con recetas de medicinas no vamos a controlarlas y seguiremos pagando los altos costos (económicos y en calidad de vida) de sus complicaciones.
Los funcionarios del sistema tenemos que tener la sensibilidad necesaria para entender las dolencias de nuestros pacientes, lo que nos permitirá escucharlos mejor y, por otro lado, los pacientes tienen la responsabilidad de cumplir con el tratamiento recomendado.
El sistema en Panamá está diseñado para que los médicos generales evalúen a un paciente conocido en 15 minutos y a uno nuevo en 30 minutos. Para los especialistas esto es de 20 y 40 minutos, respectivamente.
Esto nos parece, en general, un tiempo relativamente corto, sin embargo, en la práctica no se le dedica ni este tiempo a los pacientes.
Esto hace que la relación médico-paciente sea inadecuada y, por tanto, el éxito en controlar las enfermedades también lo sea. Esto es, en mi concepto, la variable más importante que debemos mejorar, sin dejar de ayudar en el tercer nivel de atención, para que tengamos un sistema de salud que será un ejemplo mundial.Exhorto tanto al personal de salud, como a los pacientes a mejorar nuestra actitud y todos nos sentiremos, muy pronto, contentos de tener un sistema de salud resiliente y eficiente.
El autor es ministro de Salud