Los grupos sociales se caracterizan porque crean sus normas, producto de los valores que se practican, que se convierten en reglas explícitas. Así, los miembros de la Asamblea Nacional tienen el dilema de acatar esas normas o sencillamente serán rechazados por el grupo. Pareciera que los mensajes enviados por esta Asamblea están orientados a que se cumplan los valores culturales que practican. En la sesión inaugural, poco faltó que hicieran un recuento de los problemas de sus comunidades, cuando el objetivo era escoger la directiva de la Asamblea.
Los nuevos miembros de la Asamblea que pretendan introducir cambios encontrarán una barrera infranqueable de los diputados que apuestan que nada cambie para seguir con sus prácticas; que la sociedad que ellos dicen representar han cuestionado.
Las pretendidas reformas al reglamento interno ponen a prueba la integridad de la Asamblea. Hay propuestas para que los diputados que no trabajen no cobren. Esta es una norma que debemos cumplir por principios éticos y morales, aunque no esté consignada en ningún reglamento, porque es un antivalor cobrar un salario sin trabajar.
Los miembros de la Asamblea han tratado de sustentar sus decisiones basadas en la legalidad. Cuando se les cuestionaba sobre las planillas, argumentaban que los nombramientos cumplían con todos los requisitos legales, lo cual podría ser cierto, pero no es ético que los diputados hayan utilizado las planillas para aumentar y disminuir salarios en forma indiscriminada, como ocurrió en el periodo 2014 – 2019.
Si los $20,000 mensuales asignados a los diputados para nombrar a su personal de apoyo, que es un norma establecida en el periodo anterior, se traduce en mejorar la calidad de leyes para resolver los problemas que nos agobian, en hora buena, pero si se toman para cumplir con compromisos políticos y atender las demandas de su círculo cero, entonces afectará las aspiraciones de un pueblo que está frustrado de los políticos que no han comprendido que el pueblo los eligió para promover el bien común y no el interés de sus allegados.
Aplaudimos la decisión de un diputado que renunció al derecho de ejercer la abogacía mientras ejerza ese cargo. Es un indicio que cuando lo legal entra en conflicto con lo moral, lo justo es actuar de acuerdo con principios éticos y morales.
El gran reto de esta Asamblea es tratar de cambiar las normas de comportamiento que han caracterizado este órgano del Estado en los últimos periodos, y para ello deben enviar mensajes de que efectivamente se introducirán nuevos valores culturales que refuercen la institucionalidad de la Asamblea.
La lectura de la conformación de la Asamblea nos indica que la sociedad apostó por una renovación de este órgano del Estado, pero si se mantienen los mismos valores organizacionales, los resultados serían los mismos con diferentes actores, y aspiramos a que este órgano de vital importancia para la democracia no sea cuestionado por sus actuaciones.
El autor es docente universitario