En el “Estudio multidimensional de Panamá. Volumen 1. Evaluación inicial: Mensajes principales”, publicado el 11 de octubre 2017, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) realizó un diagnóstico de las barreras para un desarrollo sostenible e inclusivo en el país, destacando los avances en materia económica y urgencia de abordar la desigualdad social, en la nación con la décima peor distribución de la riqueza en el mundo.
Según la OCDE, “Las tasas de pobreza absoluta de ingresos se han reducido notablemente desde 2007. No obstante, la desigualdad de ingresos, considerada como una dimensión de la inclusión social ha mejorado muy poco. De hecho, aunque el crecimiento económico ha sido capaz de elevar los ingresos de una parte importante de la población, queda margen para seguir reduciendo la brecha en la distribución de la renta. Aunque los pobres y en especial la clase media han experimentado un crecimiento importante de sus ingresos, este no ha sido lo suficientemente grande como para reducir la brecha de ingresos”.
“Panamá muestra deficiencias sustanciales en el ámbito de la educación y las competencias que influyen directamente sobre la productividad y la inclusión. Como en el caso de otros países latinoamericanos, la deficiente calidad de la enseñanza y las altas tasas de abandono en la educación secundaria se revelan como desafíos clave, ya que frustran el camino de los estudiantes hacia la educación superior, agravan las desigualdades y reducen la base de competencias de la futura fuerza de trabajo”.
“También implica la necesidad de mejorar la educación técnica y vocacional, así como la formación profesional y los mecanismos para adecuar mejor la oferta y la demanda de habilidades”.
El reporte de la OCDE reitera la necesidad de alinear la academia al sector productivo, así como mejorar la calidad y pertinencia de un sistema educativo divorciado de la realidad laboral del país.
Las cifras son elocuentes. Entre el 2006 y 2015, el Estado panameño invirtió más de $10,258 millones en educación y formación laboral. ¿Cuál fue la “rentabilidad” de esa inversión en la última década?
Entre 2007 y 2017 se crearon 481,746 empleos. Los jóvenes, 31% de la expansión de la empleomanía 2004-2009, solo lograron 1 de cada 15 de los nuevos empleos creados entre 2012 y 2017. La deserción escolar en educación premedia y media en el período 2009-2015 fue del 56%, 48,864 alumnos de escuelas públicas reprobaron sus materias en el 2016 (el número más alto en 14 años), la informalidad aumentó más de 3 puntos en 5 años (2011-2016) y la delincuencia se triplicó entre 2008 y 2016.
Para el 83% de los jóvenes humildes, sus perspectivas laborales no han mejorado, Panamá es el país latinoamericano con la mayor proporción de adolescentes que ve la educación como una “pérdida de tiempo” y 600 mil panameños (as), 15% de la población, hoy viven en asentamientos informales.
El potencial impacto social de una agenda de inclusión productiva, a través de formación técnica y emprendimiento, es enorme. Para ello es imperativo sentar en una misma mesa, de manera urgente, sistemática y permanente, a generadores de educación y usuarios de las competencias que esta produce.
El autor es asesor empresarial