En septiembre de 1998, hace 20 años, la Asociación Oceánica de Panamá y la Asociación Verde de Panamá lograron que la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), hoy Ministerio de Ambiente, declarara septiembre Mes de los Océanos. Los avances en la conservación de los mares han sido numerosos, sin embargo, graves amenazas aún persisten e incluso se incrementan.
El Parque Nacional Coiba y las Ballenas, “joyas de la corona” en la conservación de los océanos y biodiversidad de este período, se encuentran altamente amenazadas.
En Coiba, una supuesta reparación de la pista de aterrizaje, como punta de lanza de un proyecto turístico, está subyacente desde la creación del Parque, la apropiación y modificación del escenario de la mayor isla de la cuenca pacífica de América, una joya oceánica para la conservación de los valores genéticos de la biodiversidad de Panamá y global. Los desarrollos turísticos deben hacerse en las costas continentales fuera de los límites del Parque Coiba.
Las ballenas están en peligro, el voto de la República de Panamá en el Comité Ballenero Internacional (CBI) 2018 es vital para la protección de las ballenas. Este año están altamente amenazadas por la ofensiva de los cazadores para que les permitan levantar la moratoria de cacería instaurada por CBI desde el año 1986.
Panamá tiene el compromiso de proteger a las ballenas y otros mamíferos marinos por la Ley 13 del 5 de mayo de 2005 que creó el Santuario de Ballenas de Panamá, constituyéndose en política de Estado. El avistamiento de cetáceos representa una inyección de ingresos a poblaciones costero marinas e insulares que antes expulsaban poblaciones debido a la pobreza crítica, hoy han mejorado, incluso generado inversiones externas atraídas por las bellezas escénicas.
Cuando en abril de 2005, la Asamblea Nacional aprobó La Ley 13 que crea el Santuario de Ballenas, la comunidad económica internacional reunida en Washington, ante la noticia, rodeó al presidente de Panamá para expresarle su saludo y satisfacción por el paso dado como muestra de transparencia y responsabilidad con la biodiversidad. Esta señal de Panamá y la ampliación del Canal fueron mensajes que lograron ganar la confianza y volcar la atención para las inversiones que generaron uno de los más espectaculares crecimientos de la época al alcanzar 11% en 2007.
Los corales y manglares no escapan a la “espada de Damocles” de la voracidad “desarrollista” por arrasar estas “casas generadoras de la biodiversidad”.
En Colón, desarrollos portuarios, así como en toda la geografía nacional; la basura; aumentos de temperaturas por cambios climáticos que producen blanqueamientos; aportes sedimentarios productos de la deforestación y vertimientos de contaminantes amenazan formaciones coralinas únicas de millones de años de evolución, indicadoras de la salud ambiental. Es necesario elevar a política de Estado la recuperación y protección de los corales en todo el país porque estos son para el mar lo que los bosques son para la tierra. En el Pacífico, proyectos en la ciudad de Panamá amenazan destruir más de 2000 has de manglares.
En el tema de espacios marinos, otro de los rezagos pendientes, la definición de la Línea Base del Mar Territorial, desde el cual se calcularán los espacios marinos de Panamá, al concluirse su elaboración y presentarse como Ley de la República, la introducción de un innecesario artículo, pudiera limitar futuras reclamaciones sobre la isla Malpelo y los actuales límites que fueron establecidos contrariando los intereses de la República de Panamá en un período de ocupación militar extranjera donde las políticas de los mares se decidían en la Escuela Cartográfica de Clayton, una base militar de los Estados Unidos en la ex Zona del Canal de Panamá.
Es necesario cambiar esta ley 47 de 2018 por vía de una acción de la Asamblea Nacional, se apruebe la Línea Base del Mar Territorial y depositarla en Convemar, Naciones Unidas, para luego presentar reclamaciones pendientes sobre nuestros espacios marinos.
En el escenario global, la amenaza del cambio climático por el vertimiento de basuras y emisiones contaminantes avanza, mientras la nación más crítica, Estados Unidos, se retira, los esfuerzos mundiales por mitigar el desastre continúan, pero son insuficientes.
En Panamá, basuras, vertimientos contaminantes y sedimentos llegan a las aguas de las cuencas hidrográficas y mares afectando la biodiversidad, las pesquerías, así como la salud de bañistas y millones de seres humanos que consumen productos del mar. Se requieren leyes de cero descargas contaminantes, cero emisiones, cero deforestaciones, así como cero basuras.
Buzos siguen muriendo y sufriendo enfermedades incapacitantes, por incumplimiento de las medidas protectoras y preventivas que estos oficios requieren. Es necesario que la Asamblea Nacional apruebe una ley de especificaciones técnicas y protección de las profesiones subacuáticas.
En septiembre , Mes de los Océanos, disfruta de nuestros mares, protege su biodiversidad y belleza escénica.
El autor es presidente de la Asociación Verde de Panamá.