Próximamente se firmará el Pacto Nacional por el Emprendimiento, una alianza público-privada, liderizada por la Autoridad de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (Ampyme) y promovida por entidades y grupos, como la Presidencia de la República, los ministerios de Educación, Trabajo y Desarrollo Social; el Inadeh, Conep, Apede, Cámara de Comercio, Cospae, la Universidad de Panamá y Universidad Santa María La Antigua, entre otros.
El Pacto Nacional por el Emprendimiento es una respuesta a la XXV Cumbre Iberoamericana, recién culminada en Cartagena, en la que se reconoció que los emprendedores juegan un papel importante en la economía global, y que en América Latina es fundamental promover esa cultura, como mecanismo de desarrollo. El pacto contempla la articulación, educación, fomento, inversión, medición y desarrollo de iniciativas complementarias, para promover las condiciones que fomenten y faciliten a cualquier ciudadano la posibilidad de emprender, innovar y arriesgarse a un nuevo negocio.
También servirá de plataforma para capitalizar dos tendencias marcadas que se gestan en los últimos años, en materia de empleo. La primera es que desde 2012 la informalidad es la mayor generadora de nuevos empleos en el país (82 mil 878, el 40% de la expansión total), superando a la empresa privada (78 mil 893) y el Estado (31 mil 233). Y la segunda, que en los últimos dos años (marzo 2014-marzo 2016) se han generado más empresarios formales (patronos), que en los 10 años anteriores (2004-2014) juntos (16 mil 43 versus 14 mil 317).
Hoy en Panamá la tendencia a emprender es más fuerte que nunca. Pero si bien todos los informales son emprendedores, no todos se convierten en empresarios. El problema histórico ha sido la falta de apoyo y seguimiento, por lo que la iniciativa de Ampyme y sus aliados, públicos y privados, para consolidar un “ecosistema de emprendimiento” tiene sentido. Y es que, a pesar de estas carencias y de la desaceleración del ritmo de crecimiento económico, los nuevos empresarios duplicaron su participación en la expansión de la fuerza laboral, en los últimos dos años en relación a la década anterior (3% versus 6%), y los nuevos emprendedores (formales e informales) triplicaron su aporte al crecimiento del empleo, del 15% al 46% en esos mismos períodos.
Este escenario plantea una gran oportunidad. Al margen de estimular la generación de empleos en la empresa privada (que aporta el 76% de las plazas de trabajo formales del país), las prioridades son claras: Crear las condiciones, mecanismos y recursos para que más panameños emprendan formalmente un nuevo negocio; darle sostenibilidad al crecimiento de los negocios de este tipo registrados en los últimos dos años; formalizar la informalidad para integrar a la economía a quienes la practican, haciéndolos empresarios que pasan de emprendedores de subsistencia a emprendedores de oportunidad, y consolidar una gran alianza por el emprendimiento y empleo incluyente en el país.
