Cuando el ser humano empezó a utilizar su inteligencia, pudo separarse un poco de sus instintos depredadores y se agrupó. Sin embargo, pese al intelecto, su actitud seguía asemejándose a la de los animales que cazaba. Viajaba en “manadas”, como ellos, y siguiéndoles el rastro. Su vida dependía y se desarrollaba en torno a la del resto animal. El acto inteligente en sí, se limitaba a cazarlos y comer frutos silvestres, es decir, tomar “lo que ya estaba”. Posteriormente, con el surgimiento de la agricultura y ganadería, ya cuando el hombre se volvió sedentario, el acto inteligente se volvió más complejo y elaborado. El hombre ya no se limitaba a comer lo que encontraba, sino que aprendió a producirlo. En resumen, el ser humano, al “volverse” más inteligente, se hizo más sociable.
Existe una relación determinante entre saber vivir en sociedad, ser más inteligente y avanzar. Sin embargo, el aspecto primitivo del depredador nos divide y estanca, porque atenta contra toda forma de asociación humana. Cualquier tipo de progreso humano que usted analice se sustenta en la asociación, independientemente de los aspectos morales o éticos. Como decían nuestros abuelos, la unión hace la fuerza. ¿Por qué los corruptos controlan casi completamente al mundo? Porque sus mecanismos de asociación son más eficientes que los de los honrados. O viéndolo desde otro lado, ¿Por qué los extranjeros triunfan en Panamá y el panameño no? Porque están unidos, y el panameño se divide cada vez más.
La persona que acepta que un político es corrupto y ladrón, pero sigue votando por él para que le dé cosas, comida o dinero en efectivo, piensa de forma personal, obtusa y egoísta, no social. Dicho de otro modo, el individuo que vende su voto practica un acto de depredación (o más bien canibalismo) de muy pobre perfil racional. A este acto, más de astucia que de inteligencia, el panameño lo ha tipificado muy bien dentro de una sola expresión: Juega vivo. ¿Pero qué depreda este humano moderno?... a la sociedad, al país y finalmente (de rebote, cuando la calidad de vida en general se nos va al piso) a los suyos y a sí mismo. Ahora bien, con muchas personas pensando de la misma forma ningún país avanza, porque a la larga todos perdemos.
Hace un par de años, un legislador salió en el pleno denunciando un acto de corrupción flagrante, y hasta mostró dinero. Hace un par de semanas, un diputado aceptó que “no llegó de la manera más honesta a la curul”. Hace un par de meses se habló de falsas donaciones, planillas abultadas, etc. ¿Cómo podemos seguir votando por gente así? Hacerlo para el beneficio propio o de unos pocos, no es más que reciclarnos en la ignorancia, primitivismo y tozudez del depredador. ¿O será acaso que, aunque vivamos en casas o apartamentos modernos, nuestra mente se quedó estancada en las cavernas?
El autor es ingeniero en sistemas