“El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, sentenció el alcalde de San Miguelito a un canal de televisión días atrás. Adicionando un llamado a la conciliación, a la mesa del diálogo y demás. Un comentario positivo en pro de la paz social. Dicho de otra forma, cuando todo Panamá desea verdad y justicia, el alcalde de San Miguelito quiere “reconciliación y diálogo”... ¿Será que habló como político, como hombre de fe o ambas cosas?
Sin embargo, me dejó varias dudas. En primera instancia, tras más de dos años de gobierno no es recomendable que siga usando “asuntos de la fe”, como caparazón para caminar sobre las turbias y sucias aguas políticas.
¡Por Favor! Una cosa es religión y otra política, y si nos vamos a las bases cristianas, Jesucristo no vino a resolverle los problemas políticos, ni siquiera los sociales, al hombre, sino los espirituales. Porque resolviendo los problemas espirituales el efecto cascada hacía el resto, construyendo un mundo mejor, etc. Pero Jesucristo no fue político, los fariseos sí. Ellos eran políticos, “diplomáticos” perspicaces e hipócritas. Y eran tan políticos, que conspiraron con las autoridades romanas para su ajusticiamiento.
En resumen, la política y la religión son incompatibles y yo diría que hasta enemigas mortales. Pero parece que el alcalde quiere replicar el milagro de sacar vino del agua, o peor aún, mezclar agua con aceite. Porque mientras que la política es aceitosa y embarra, la religiosidad debe ser transparente y limpia.
Cuando las personas votaron por él, votaron por el político, no por el reverendo ¿O me equivoco? Lo digo porque no todo su distrito es evangélico. O dicho de otra forma, por la fe religiosa, jamás hubiera alcanzado los votos suficientes.
Peor aún, si el alcalde quisiera gobernar solo para su antigua feligresía, sería discriminador y sumamente excluyente. Gracias a Dios, la ley humana aún no habla de quemarse en el infierno por pertenecer a tal o cual vertiente política (aunque habrá quienes ya lo estén experimentando).
Ahora, después de tanto tiempo, resulta que el funcionario no termina de comprender la diferencia entre su antiguo rol, como pastor, la demagogia y su actitud, como autoridad, e intenta mimetizarse de la forma más desacertada posible. Porque eso de que “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” no es más que mimetismo politiquero.
Cuando Jesucristo encaró a quienes querían apedrear a la mujer, y dado que Cristo era Cristo… pudo ver que quienes encabezaban la acción eran infieles, adúlteros y promiscuos.
Pero bien, el alcalde no es Cristo, ni nosotros queremos lapidar a nadie, solo que se sepa la verdad y se haga justicia.
¿Acaso el alcalde sufre del síndrome pastoril, de creerse Cristo o Dios?... o tal vez sea algo mucho más grave: Desconocimiento total del pueblo a quien gobierna. Si bien todos somos pecadores, nuestros pecados no son iguales, porque muchos panameños no queremos recibir, ni hemos recibido, dinero mal habido.
¿Entonces, por qué mezclar a justos con pecadores por indulgencia bíblica? ¿O acaso para el alcalde todos somos corruptos y coimeros?
Marcos 12:17: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Si en democracia el “César” es el pueblo; entonces, ¿Qué sería “lo del César”, lo del pueblo? ¿Qué sería lo que más quiere y clama el pueblo panameño en este preciso momento?
Alcalde, lo que más quiere el pueblo panameño en este preciso instante es justicia, no reconciliación ni diálogo con los maleantes que nos han saqueado de gobierno en gobierno. El pueblo quiere que le devuelvan el dinero que le han robado, y ver a los ladrones de saco y corbata presos, realmente presos.