Mauricio Valenzuela, periodista de Claramente, fue atacado por una turba de activistas de la diputada y candidata Yanibel Ábrego, en un evento en Capira. Una de las activistas que participó y que posteriormente agredió a Mauricio declaró que estaba participando en ese evento y que en el mismo iban a repartir bolsas de comida.
Ver las imágenes en las que campesinos agreden a un periodista haciendo su trabajo debería prendernos todas las alarmas del peligro en el que se encuentra nuestra libertad de expresión y nuestra paz social. No eran pandilleros, pero se comportaron como maleantes, dispuestos a todo con tal de evitar que el resto de los ciudadanos fuéramos testigos de su complicidad en un acto de clientelismo en plena campaña electoral.
Mandados o no por la diputada a golpear a este periodista, el mensaje fue “no te metas con mi pan”. Ellos estaban claros de que lo que estaba ocurriendo no resistía testigos. Sin ningún reparo, prefirieron agredir al periodista para que el evento no fuera divulgado y ellos así recibir lo que fueron a buscar.
¡Qué daño tan grande le han hecho y continúan haciéndole a las comunidades este tipo de candidatos que han usufructuado del poder por años! Han contribuido a la creación de una sociedad dependiente de las migajas que les lanzan ellos mismos, políticos manipuladores que trafican con las necesidades del pobre, todo con tal de permanecer en el poder. Aprovechan para dar apariencia de “bondadosos” (¡eso sí, con el dinero de otros!). Mientras, los perpetúan en la ignorancia y, por ende, en su condición de pobreza.
Este caso no es aislado, es el ejemplo de una práctica común, avalada e incentivada por los propios partidos políticos. ¿O es que acaso algún partido político se pronunció oficialmente condenando la agresión y el clientelismo?
Justifican estas acciones como un acto “altruista”, con una supuesta y conveniente solidaridad con la pobreza; mientras tanto envenenan nuestras comunidades con ese virus clientelar, hasta el punto en que los ciudadanos sienten que es un derecho y que pueden defenderlo a punta de golpes.
¿Cómo podemos romper este círculo vicioso en el que los diputados, con nuestros propios recursos, han creado estructuras clientelistas que se alimentan de los propios recursos del Estado al que tienen acceso? Es un hecho público que contratan activistas comunitarios a través de las planillas 080, 002 y cualquier número que se le ponga en el futuro. Es un hecho público, también, que gestionan contratos y donaciones sin justificación en sus labores legislativas. Es un hecho público que, en plena campaña, prometen becas o trabajos por cinco años, como también fuimos testigos por otro video que circuló, esta vez de la diputada y candidata Katleen Levy.
Mientras tanto, una nueva opción de candidatos independientes a la Asamblea, con su promesa de trabajar de manera transparente, proponiendo leyes para mejorar la calidad de vida de los panameños y fiscalizar al Ejecutivo en su ejecución presupuestaria, se enfrenta a un proceso electoral absolutamente desigual.
Estos candidatos cuentan con un financiamiento público que no cubre los más mínimos gastos de movilización, y una campaña de 60 días, en la que se deben dar a conocer a una comunidad que está harta de la política y de todos los políticos.
Solo nosotros podemos ayudarlos, en nuestras manos está el poder incentivar a que los conozcan y comparen su trayectoria y capacidad con la de los actuales diputados.
Faltan 41 días, tenemos muy poco tiempo y debemos apurarnos. No estamos listos para el 5 de mayo pero podemos lograrlo. Busca en tu circuito a los candidatos independientes, analiza su hoja de vida y sus propuestas, pregúntale a tus amigos y si encuentras alguno que te dé confianza, ayúdalo a enfrentar esta contienda tan desigual.
En nuestras manos está hacer la diferencia o quejarnos cinco años más de una Asamblea clientelista, que se arrodilla ante un Ejecutivo generoso o extorsiona a un presidente para seguir abusando de los bienes del Estado para su propio beneficio y para mantenerse en el poder. Panamá necesita y merece una mejor Asamblea Nacional.
La autora es miembro de Movin y conductora de ‘Sal y Pimienta’