Si una enfermedad infecciosa desaparece en un área determinada, se considera eliminada, pero si es a nivel mundial, está entonces erradicada. En 1980, después de décadas de intentos por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se certificó la erradicación de la viruela. Los esfuerzos coordinados, sanitarios y políticos, libraron al mundo de una terrible infección que alguna vez mató al 35% de sus víctimas, y dejó a muchas personas ciegas o desfiguradas. Esta enfermedad devastó Europa durante el siglo XVIII y, al ser introducida en América durante la conquista, provocó un colapso demográfico de las poblaciones indígenas. La erradicación de la viruela se logró mediante un riguroso control, focalizado en la rápida identificación de nuevos casos y subsecuente vacunación en anillo. La “vacunación en anillo” consistió en la inmunización de todas las personas expuestas a pacientes con viruela. El último caso de viruela silvestre ocurrió en Somalia en 1977.
La viruela fue una buena candidata para la erradicación por varias razones. En primer lugar, la dolencia era sumamente visible (erupciones grotescas en la piel), lo que permitió el reconocimiento oportuno de los individuos afectados. Segundo, el plazo entre la exposición y la aparición de los síntomas (período de incubación) era breve, lo que impidió que la enfermedad se propagara demasiado antes de ser percibida. Tercero, la transmisión requería un contacto estrecho y prolongado con las secreciones del enfermo, con escasa dispersión viral a distancia por la ruta respiratoria. Cuarto, el virus no infectaba a animales ni se difundía por vectores, siendo los humanos los únicos reservorios y móviles de contagio. En esas épocas, además, había menor tráfico aéreo y flujo migratorio a distancia que en la actualidad. Quinto, los pacientes que sobrevivían desarrollaban inmunidad permanente. Sexto, la vacuna desarrollada por Edward Jenner en 1796, y posteriormente mejorada, resultó ser muy inmunogénica, con gran eficacia preventiva. Séptimo, pese a la guerra fría, los soviéticos y americanos unieron fuerzas para acabar con un padecimiento que estaba azotando a 2 millones de personas anuales. En 1958, Víktor Zhdánov, viceministro de Salud ruso, propuso una iniciativa global conjunta para erradicar la viruela, que fue acogida de forma unánime por el bloque aliado. La semana pasada falleció Donald Henderson, un epidemiólogo estadounidense que trabajó afanosamente en la erradicación.
Aunque el reto es mayor, la poliomielitis está también cerca de ser erradicada. La enfermedad ha sido eliminada de nuestro continente. El último caso fue registrado en Perú en 1991 (en Panamá, en 1972). Este año, solo dos países, Afganistán y Paquistán, reportaban circulación del virus silvestre de polio y casos correspondientes de parálisis. La lucha para erradicar esta infección ha sido titánica. Billones de dólares han sido invertidos por organizaciones científicas, fundaciones filantrópicas (Bill Gates), clubes cívicos (Rotarios) y empresas farmacéuticas para lograr la anhelada meta. Hay varios obstáculos, sin embargo. La enfermedad es más transmisible y menos identificable que la viruela (por cada caso de parálisis, puede haber 100-200 personas infectadas con síntomas leves o ausentes); la vacuna oral contiene virus vivo atenuado, el cual puede raramente recobrar su virulencia original en condiciones puntuales (sujetos inmunosuprimidos, comunidades con baja cobertura vacunal, ingesta de aguas residuales contaminadas); y, para colmo, los conflictos bélicos y religiosos que ocurren en las áreas endémicas interfieren notablemente con la pesquisa de casos y cobertura de vacunación. Personal vacunador ha sido asesinado en zonas de conflicto. De hecho, Nigeria acaba de informar la ocurrencia de dos niños con polio paralítico, después de dos años de aparente eliminación. El brote aconteció en Borno, una región al noreste del país africano. El virus detectado es similar al que circulaba años atrás (autóctono, no importado), fenómeno que traduce irregularidades en el sistema de vigilancia y prácticas de inmunización. Este retroceso epidemiológico se debe a que el grupo terrorista Boko Haram ha impedido la vacunación de niños en territorios bajo su dominio.
Aparte de las sostenidas campañas de vigilancia y vacunación, la OMS requiere que se completen varios estudios científicos, que brindarían insumos para fortalecer la hoja de ruta de la erradicación de la poliomielitis y asegurar su definitivo final. La Fundación Bill & Melinda Gates está financiando dichos proyectos y se ha fijado en centros de investigación de Asia y América Latina para producir los valiosos datos. Nuestra nación debe sentirse orgullosa de haber sido seleccionada para tal fin. Estamos aportando información trascendental para que las generaciones venideras puedan vivir en un mundo libre de polio. Ya hemos culminado dos investigaciones, ambas publicadas en prestigiosas revistas (Lancet 2016; 388:158 y Lancet Infect Dis 2016; 16:321). Quedan pendientes por ejecutar otros proyectos que suministren las evidencias faltantes para alcanzar los objetivos finales, sin riesgo de reversibilidad.
Me siento feliz al saber que la ciencia istmeña colabora en una causa altruista y solidaria con la humanidad. Da tristeza saber, empero, que mientras investigadores panameños se empeñan en dejar un legado sanitario valioso a la juventud del planeta, nuestra sociedad no se pone de acuerdo en una tarea bastante más simple y elemental: brindar educación sexual de calidad a los adolescentes para evitar infecciones sexuales y embarazos no deseados. Estamos tan cerca de erradicar la polio, pero tan lejos de eliminar la estupidez. Patético.@xsaezll
