Es necesario hacer un llamado de atención a la familia, escuela, comunidad, organizaciones no gubernamentales, gubernamentales, religiosas, universidades, medios de comunicación, empresas, plazas comerciales, transporte colectivo y otros, para que luchen a favor de la salud emocional, física, espiritual y moral de la niñez y adolescencia, quienes son parte de nuestra historia generacional en la construcción de una sociedad más sana y productiva.
El hogar se convierte en el lugar de mayor seguridad donde la niñez y adolescencia está protegida de situaciones de riesgo, bajo los cuidados de padres, familiares o tutores, los cuales deben contar con las herramientas básicas para el desempeño de sus funciones.
Existen formas de organización en la familia que sirven de mecanismos de control, como son las redes de apoyo que contribuyen en la atención de los niños. Estas redes de apoyo integradas por familiares, vecinos, amigos y otros se seleccionan con ciertos criterios de formación, estabilidad, madurez, y supervisados para evitar caer en manos de personas sin la suficiente idoneidad que garanticen cuidados adecuados y protección.
En los programas escolares hay que considerar las capacitaciones a docentes para que tengan toda la información sobre el abuso sexual y así brindar la atención que corresponda; fortalecer su capacidad de acompañamiento cuando el niño, niña o adolescente solicite ayuda, revisar los protocolos de actuación del centro educativo, conocimiento básico del procedimiento judicial y administrativo, de manera que la escuela se empodere del tema.
La escuela cuenta con algunos recursos que pueden ser útiles en el sistema educativo, relacionados con la prevención de riesgos; esto significa que debe aprovechar la oportunidad y permitir que los estudiantes participen en actividades que promuevan las habilidades blandas.
Las comunidades en coordinación con sus autoridades locales desarrollan estrategias que crean impacto en cuidados parentales, campañas contra la violencia, talleres que fomenten masculinidades saludables, programas culturales, deportivos, artes, música. Estos temas deben aparecer en su cronograma de actividades como acciones permanentes durante todo el año, de manera que se fortalezcan las relaciones familiares.
El aporte de las organizaciones no gubernamentales, gubernamentales, religiosas y universidades está en su recurso humano especializado en temas de familia, niñez y adolescencia, diseñando proyectos de orientación psicosocial.
Los medios de comunicación, empresas, plazas comerciales, transporte colectivo y otros pueden apoyar iniciativas de divulgación de información que eviten todas las formas de violencia contra los niños, niñas, adolescentes y la familia.
Las organizaciones y aliados potenciales pueden crear alianzas en la modalidad de prevención que atiendan la problemática de abuso sexual.
Cada una de estas propuestas son fáciles de implementar, solo falta compromiso y responsabilidad por parte de la familia, escuela, comunidad, organizaciones no gubernamentales, gubernamentales, religiosas, universidades, medios de comunicación, empresas, plazas comerciales, transporte colectivo y otros.
La autora es trabajadora social