Cada 5 de mayo el Benemérito Cuerpo de Bomberos de la República de Panamá conmemora un hecho heroico conocido como la tragedia del polvorín, este año por las elecciones nacionales el acto se difirió para el 12 de mayo. Fue notoria la ausencia de público en las calles esa mañana soleada para acompañar a los camisas rojas en esta simbólica peregrinación, situación que trajo a mi memoria el poema de Gustavo Adolfo Bécquer en su rima LXXIII, cuando decía: “Dios mío, que solos se quedan los muertos”. Recuerdo con nostalgia que los niños de mi país cuando les preguntaban qué querían ser cuando grandes, contestaban con alegría, bomberos, lamentablemente ya no es así, ahora quieren ser políticos, alcaldes o diputados. ¿Qué nos está pasando? Parece que hemos perdido ese sitio privilegiado en el corazón del pueblo.
Pocos recuerdan lo sucedido aquel 5 de mayo de 1914, cuando se declaró un incendió en el depósito de explosivos de la ciudad de Panamá, poniendo de manifiesto la verdadera esencia de ser bombero. Mientras las personas corren despavoridas para alejarse del incendio, los bomberos de mi patria, armados solamente de disciplina, honor y abnegación se enfrentan con valentía a las llamas, sabiendo que en cada intervención existe el peligro de no regresar a sus hogares. La explosión terminó con la vida de seis valerosos bomberos, que fueron: Félix Antonio Álvarez, Luis de Balzach, Juan Bautista Beltrán, Luis Buitrago, Faustino Rueda, Alonso Teleche. Entre los heridos de ese siniestro se encontraron varios hermanos bomberos, destacando: Darío Vallarino, Domingo Vásquez, Florencio Arosemena Icaza, Ernesto Arosemena, Ricardo Arango Jované, Zenón Ramírez, Francisco Diez, José Thompson, Antonio Jiménez, Juan A. Porras y Sergio Pérez. Pocos reconocen que también algunos miembros de la Policía fallecieron, ellos fueron: Manuel Pérez y Esteban Sibauste (vigilantes), Fidel Arosemena, Octavio Palma, Estanislao Guzmán y Oliver Herrera (agentes).
Es plausible el avance institucional alcanzado, producto fundamentalmente del incremento presupuestario, pero debemos aceptar que en otros aspectos hemos retrocedido, como en la selección de nuestras autoridades, que se realiza coincidiendo con los cambios de gobierno, lo que le da un aroma político partidista a lo que debe ser un proceso técnico de selección, alejado totalmente de otras consideraciones que no sean formación académica, experiencia, compromiso y competencias.
Es impostergable enfrentar una serie de desafíos que el mundo moderno le impone a nuestra centenaria institución, comenzando por mejorar el clima organizacional, permitiendo que imperen los méritos y ejecutorias al momento de otorgar un ascenso de rango, previniendo que se afecte la moral. En consecuencia, debemos establecer la carrera bomberil con la participación de una moderna, actualizada y certificada academia de formación de bomberos, para que imperen los méritos y recuperemos la disciplina y la mística.
Cada vez hay más edificios altos en nuestro país, por lo que es necesario capacitarnos en el combate de incendios en estas estructuras, además de prepararnos para atender incidentes en el Metro, el Canal de Panamá, incendios de masa vegetal y construir estaciones cercanas a las áreas de riesgo. Urge implementar un laboratorio de investigaciones debidamente equipado para identificar científicamente las causas de los incendios y explosiones y así aprender cómo evitarlos.
En la ceremonia al pasar lista en formación y pronunciar el nombre de alguno de los caídos, el silencio sepulcral era vencido por el grito de presente, para simbolizar que su actuación heroica no había sido en vano y menos olvidada, que los guardábamos en nuestros corazones y en nuestra memoria para nutrirnos de esa savia mágica que nos impulsa a sobreponernos a la adversidad. Recordar a nuestros mártires y honrar a quienes nos antecedieron nos permite reflexionar y renovar nuestro compromiso con la patria, mediante el legado inspirador de bomberos que hasta ofrecieron sus vidas en el cumplimento del deber. Como dijo José Martí: hacer es la mejor forma de decir. Por eso, está prohibido olvidar.
El autor es coronel del Benemérito Cuerpo de Bomberos