Ya lo decía La luz de Pedro Altamiranda: “yo no entiendo de voltaje ni de sistema integrado, pero el pago de la luz me tiene casi arruinado”. Menos mal que el compromiso mundialista terminó a tiempo, porque esta yuca nos la iban a meter calladitos. “Así es mi país”: mientras nos alimenten la ilusión de patria estamos contentos. Aunque no todo está perdido.
Uno de esos alimentos de la ilusión patria son las redes sociales, donde los ciudadanos pierden mucha fuerza por la boca digital. Le tuitean al presidente criticándole su mal hacer o a los diputados exigiéndoles la publicación de su planilla y creen que con eso ya han protestado. El sistema quiere civilizar la protesta, diluyéndola en el mar de las redes por donde no navegan los implicados en este “panamacidio”.
Por favor, tengamos en cuenta que las redes sociales no son la realidad. No hay protesta si no es en la calle. Las conquistas se han logrado en la calle, no sin su ración de manguerazos y gases lacrimógenos. Y no me gusta, pero así fueron las cosas, esos son los hechos.
Les vuelvo a recomendar el valiosísimo libro de Brittmarie Janson Pérez, En nuestras propias voces: Panamá protesta 1968-1989.
Al cierre, ganó la calle, el Gobierno recula: no habrá aumento de la luz. Pero hay trampa: somos nosotros los que pagamos esa factura, no lo olviden. Pan para hoy, hambre para mañana. Si la Asamblea no aprueba la dispensa, el “heroico” gobierno asumirá el coste, como si no fuera el mismo dinero, el nuestro, el que paga la factura. Lo dijo Pedro, en nuestra propia voz: “nos tienen casi arruinados”.
El autor es escritor