Un artículo del doctor Xavier Sáez-Llorens ha provocado numerosos comentarios, casi todos dedicados a derogar al autor, a presentarlo con deficiencias de carácter. En otras palabras, a la ofensa personal. El doctor Ramón Morales Quijano (De rabia e injuria 20/1/019) cree que habla por muchos que descalifican al Dr. Sáez-Llorens. Creo que se equivoca. No parece mostrar interés por el debate, sospecho que se debe a que no puede hacerlo. ¿Cómo sostener racionalmente la propagación de dogmas y creencias equiparables a la más cruda superstición? ¿Sosteniendo que es creyente? Se arriesga a la parodia. Y no obstante, la repugnancia de Sáez-Llorens -como la mía-, provienen menos de las creencias en esos dogmas que de las terribles consecuencias que ocasionan. Casi sobra aludir al problema del control de natalidad y enfermedades; embarazos precoces, etc. Casi sobra mencionar la criminal conducta de legisladores presionados por organizaciones religiosas.
El doctor Morales ha querido reforzarse recordando un artículo de Sáez-Llorens publicado hace nueve años. Recordaré la réplica que un amigo dedicó a Rafael Yayi Carles, exsubdirector de La Prensa, uno de los críticos de Sáez-Llorens en aquella ocasión. La dedico al doctor Morales Quijano, autor de mentiras simuladas.
“Contestación a Rafael Carles
28 de abril. Uno de los modos más débiles de refutar un argumento ético consiste en resaltar sus asumidas consecuencias perniciosas para el carácter. Parece que el señor Carles, en la réplica (28/4/2010) a un artículo de Xavier Sáez-Llorens (19/4/2010), obtiene la fuerza y vigor de sus convicciones exclusivamente de estados emocionales sobre sucesos a los que dice tener acceso privilegiado en su conciencia.
El no creyente podría replicar que el uso de un lenguaje puramente irracional o emotivo no es compatible con el debate de cuestiones éticas como la actitud de encubrimiento adoptada por la Iglesia, tema central del artículo de Sáez-Llorens.
Glorificar con entusiasmo y orgullo la preeminencia del absurdo puede ser reconfortante, pero podría resultar estrafalario y ofender la inteligencia de los lectores. Aunque todos tienen derecho a vociferar sermones en público, sería más interesante un comentario menos enrevesado. La Iglesia les brinda a los creyentes algunos recursos: la encíclica Fe y Razón fue promulgada hace una década con el enfático llamado a los cristianos educados a prepararse para defender sus creencias y para sostener racionalmente que fe y razón no son contrarias.
El señor Carles acataría una elemental exigencia ética si atiende el llamado del papa pues, aunque no sienta la necesidad, otros sí tienen derecho a esperar réplicas racionales en vez de testimonios de voces que él escucha, pero otros no. Afirmar que Sáez- Llorens no comprende lo que él comprende en el alma con el lenguaje de la conciencia puede hacerse con mucha convicción, pero el entusiasmo, el contexto y toda la réplica sugieren que proviene de la atribulada mente del exsubdirector de La Prensa, a un paso del despacho del vidente o del médico”.
El autor es abogado