La mayoría de las veces nos olvidamos de las cosas que nos ocurren a nosotros los seres humanos y en términos ambientales también pasa lo mismo. Cuando decidí escribir estas palabras me dije “no todos los panameños han ido a las charlas de Yaguará Panamá”. Por esta razón, quiero hacer un recordatorio de lo que ha venido ocurriendo desde hace algunas décadas hasta la fecha con las especies carismáticas e importantes para el buen funcionamiento del bosque que nos da el agua y el aire que respiramos, elementos sin los cuales no podemos vivir, pensemos en eso.
Solo para recordar, los puercos de monte son los arquitectos del bosque, los tapires los jardineros del bosque, los jaguares y pumas los controladores biológicos naturales de muchas especies en combinación con la fructificación y disponibilidad de semillas, dependiendo de la época del año y los cambios climáticos que nos afectan hoy día. Sabiendo esto y contando la historia desde la década de los 40, en el área de la ribera del Canal de Panamá ha desaparecido el puerco de monte y a causa de la cacería excesiva, los tapires desaparecieron también, pero fueron reintroducidos a la isla de Barro Colorado en los años 70 y solo quedan unos pocos y quizás con una variabilidad genética muy pobre hoy día (hay que probarlo).
Desde el año 2012 llevamos a cabo un proyecto dentro del Parque Nacional Soberanía hasta la fecha y no hay datos de pumas ni jaguares, “son malas noticias”. Aunado a esta desaparición por cacería, se suma la pérdida de la cobertura boscosa que existió entre algunas áreas como el Parque Nacional Chagres hacia el Parque Nacional Soberanía y que ha venido desapareciendo desde hace poco más de una década.
Nuestros campesinos se quejan porque los coyotes han llegado a Panamá y han avanzado de forma rápida, pero lo que sabemos hasta la fecha es que en los lugares donde hoy día hay coyotes hubo cobertura boscosa y también había jaguares y pumas. Los jaguares y pumas controlan la población de coyotes, pero si matamos a los jaguares y pumas tendremos más coyotes. Siempre cuando hablamos a las personas que viven en el campo, tratamos de que ellos reflexionen en cómo llevan a cabo sus actividades y si realmente protegen a sus animales domésticos. La palabra clave es prevenir. Muchas veces el prevenir cuesta mucho menos que tener pérdidas y tras eso matar al jaguar.
Debemos orientar más, debemos pensar realmente qué queremos para Panamá. El desarrollo es vital y como siempre digo quizás no se pueda detener, pero hay buenas prácticas que debemos seguir para no perder el “único puente” que une dos continentes, el cual es el eslabón más importante en términos de conectividad, genética y ambiental más agradables para vivir.
Siempre pienso que lo podemos hacer y siempre creo que el ser humano lo puede todo si sueña, pero es hora de repensar qué realmente queremos para Panamá. Debemos recordar que las cosas se acaban y además pensar en las futuras generaciones.
La situación del jaguar es crítica y ya se nota su desaparición en Panamá desde el área canalera y en dirección hacia los extremos del país, en la zona de Azuero quedan muy pocos individuos, hacia el oeste del país, en algunas comarcas, hay pocos avistamientos. Para el año 2017 sabemos de 25 jaguares que fueron matados debido a una combinación de causas como retaliación por pérdida de animales domésticos poco o nada cuidados, miedo, y se suma a esto hoy día el tráfico ilegal de partes para su uso en la medicina tradicional por parte de los asiáticos en Panamá y en Latinoamérica en general.
Debemos estar alerta con esto, ya que según algunos ganaderos y campesinos este tráfico es el que realmente va a desaparecer al jaguar en Panamá.
El autor es investigador y biólogo
