El costo de la educación siempre será menor que el precio de la ignorancia. Solo a través de la educación el crecimiento económico se traducirá en desarrollo social y bienestar para todos, de lo contrario se seguirán agrandando las brechas, en el que ya es el décimo país más desigual del mundo.
Como un observador preocupado por la situación y respetando la posición de las partes, la actual crisis entre los gremios educativos y el Gobierno plantea una serie de paradojas, ya que son aspectos económicos los que parecieran ser la manzana de la discordia, específicamente, el reclamo salarial y el porcentaje del PIB dedicado a la educación.
Nadie discute la necesidad de que los maestros tengan un ingreso digno. De hecho, en Holanda y Alemania, cuya competitividad se sustenta en la calidad de su educación, el salario promedio de un maestro supera los $60 mil anuales. El porcentaje del PIB dedicado a la educación en estos países, 3.5% y 2.9%, respectivamente, no es muy diferente al asignado por países como México (3.4%), Chile (2.8%) y Colombia (3.6%), todos muy inferiores al 6% exigido por los gremios y contemplado en la Ley Orgánica de Educación.
De tal manera que la mejora de la calidad no solo es función de recursos, sino de pertinencia, y los jóvenes son los principales afectados. En lo que va de siglo, Panamá triplicó el tamaño de su economía y creó 775 mil empleos, esto acentuó el divorcio histórico entre nuestro sistema educativo y la realidad laboral del país, fenómeno documentado en el Informe de la Alta Comisión de Empleo (2014). En este contexto cabe preguntar: ¿Cuál ha sido la “rentabilidad” de la inversión en educación, como instrumento de inclusión e integración de los jóvenes a la sociedad productiva? En el período 2009-2015 la inversión pública en educación y formación laboral superó los $7 mil 300 millones ¿pero cuál ha sido el resultado?
Hace una década, 1 de cada 4 nuevos empleos generados por la economía benefició a un joven de entre 15 y 29 años, pero en los últimos 6 años y, a pesar de la multimillonaria asignación de recursos, ha sido apenas 1 de cada 20 nuevos empleos. Los otros 19 fueron ocupados por adultos. De hecho, los jóvenes representan un tercio de la población en edad productiva y el 60% de quienes buscan trabajo en el país, pero solo se benefician del 5% de la expansión del empleo; 1 de cada 4 no trabaja ni estudia; representan el 54% de la población penitenciaria y se ven involucrados en 2 de cada 3 detenciones que hace la Policía. Además, entre el 28% y el 45% de los nuevos empleos que genera la economía lo ocupan extranjeros.
Mejorar la calidad de la educación presupone alinearla con las demandas del sector productivo, a fin de incrementar la rentabilidad de inversión educativa, ampliando su inclusividad y evitando que continúe como una plataforma para la perpetuación de las desigualdades.
