Rompamos el aula



Recientemente tuve la oportunidad de realizar un viaje de información a Alemania, auspiciado por la Fundación Friedrich Naumann Para la Libertad, con el fin de conocer a profundidad el sistema educativo de ese país desde todas sus dimensiones: académica, políticas públicas, en su vinculación con empresas privadas y en su más pura ejecución.

No puedo decir que todo lo de este sistema me pareció bien a mi muy personal punto de vista, o que es el sistema perfecto, pero sí considero que es lo más adecuado para la formación de un individuo pensante, independiente, con capacidad para tomar decisiones, feliz y pleno al saberse profundizando en todos los conocimientos acordes a sus capacidades e intereses.

Fue bastante grato poder platicar con niños de 10 años que habían ya elegido estudiar el idioma español como tercera lengua, misma que es optativa con otros tres idiomas y otras materias, y decían que habían elegido el español porque les parecía una buena opción, porque era más fácil que otros, como el francés, o que simplemente querían aprender un tercer idioma. Cada uno dio un motivo razonado, válido, no igual al de sus otros compañeros... estaba frente a niños que ya habían tomado una decisión de peso en su educación y en su vida.

Igual sucede con los niños que deciden estudiar religión o ética, sin que ninguna de las dos opciones demerite a la otra, o cree polémica sobre la otra. No, solo es una decisión que deben tomar, respetada por la institución, sus compañeros y comunidad. Es aquí donde vemos que la libertad es el respeto irrestricto al estilo de vida de los otros y no es un concepto que se estudia en una materia, sino que es algo que los niños hacen vida en su día a día escolar.

Estos son solo dos ejemplos de tantos otros que hay, y que convierten a este modelo educativo único en el mundo, pero que no por eso significa que no puede ser adoptado por otros países como los latinoamericanos, pero sí es cierto que para que esto sea una realidad en América Latina, se requiere voluntad política, pero especialmente, cultural, para romper el aula como la conocemos hasta ahora.

El aula es un espacio pedagógico, que debe estimular la creatividad, generar interés, potenciar habilidades, deja de ser pedagógico cuando lo que hace es coartar al individuo, someterlo a una malla curricular rígida, obligándole a que se someta a ella sin dejarle margen a que pueda desde corta edad, trazarse su camino y tomar responsabilidad por él.

No por tener corta edad significa que los alumnos no tengan capacidad de tomar decisiones sobre su futuro, al contrario, es el mejor momento de su desarrollo socio-cognitivo para potenciar la confianza en ellos mismos y la visión que tengan sobre su futuro, pero esto solo será posible cuando los adultos comencemos por demostrarles que confiamos en ellos, en su capacidad y valentía para tomar las riendas de sus vidas, aun cuando esto implique equivocarse, porque hasta en eso habrá espacio para el aprendizaje.

La autora es amiga de la Fundación Libertad

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