Desde 2004, Panamá ha votado por la protección de las ballenas en el Comité Ballenero Internacional (CBI), y participa activamente en el Grupo Buenos Aires (GBsAs) para impulsar las políticas conservacionistas en América Latina.
Este año, del 20 al 28 de octubre, se celebrará la Sexagésimo Sexta Reunión de la CBI en Portoroz, Eslovenia, con una agenda comprometida a impulsar el Santuario del Atlántico sur y otros temas, previamente acordados con el GBsAs, en Puerto Madryn, Argentina, en el mes de septiembre, pero peligra la asistencia del país.
Cada ballena cazada es una oportunidad menos que las poblaciones costero–marinas de Panamá tienen para el avistamiento y deleite de quienes las disfrutan en campo abierto.
Desde la sociedad civil conservacionista de ballenas, hemos sostenido un permanente compromiso. En 2004, Panamá pasó de ser un país alineado con los cazadores japoneses, a convertirse en conservacionista de cetáceos. Mediante la Ley 13 de 5 de mayo 2005, crea el Santuario de Ballenas de Panamá, y elaboramos, por primera vez en el mundo, el Mapa de Avistamiento de Ballenas. Ese año lanzamos la creación del Santuario de Ballenas de las Américas, sumándose luego Costa Rica, Chile, Brasil y Uruguay, a México y Panamá. Hemos participado en diferentes reuniones del CBI y, a lo interno del país, promoviendo el avistamiento como inyección económica, y además concienciamos a las poblaciones costero–marinas e insulares.
En las someras y cálidas aguas tropicales del Pacífico panameño nace la mayoría de las ballenas jorobadas, y se da el intercambio genético del norte y del sur. Estas especies son responsables, junto con el tema de la ampliación del Canal, del despegue del crecimiento sostenido de la economía panameña. En abril de 2005, durante la convención de la Comunidad Económica Internacional, en Washington, los monitores de televisión pasaron una noticia que causó significativo impacto, cuando se anunció que: “...Panamá aprueba la Ley 13 del 5 de enero de 2005, que crea el Corredor Marino de Panamá para la Protección de los Mamíferos Marinos o Santuario de Ballenas...”. Los asistentes se acercaron al entonces presidente de Panamá Martín Torrijos, expresándole su satisfacción y confianza, como muestra de cambios, transparencia y ejemplar responsabilidad, con esfuerzos mundiales para proteger la biodiversidad. Desde entonces se incrementaron las inversiones y empezó un crecimiento que se mantiene. Las ballenas y la ampliación del Canal son responsables primarios del actual crecimiento.
Las ballenas son un referente histórico para nuestro país y no puede soslayarse su importancia en función de otros compromisos, por lo que el pago de la cuota CBI, calculada en 10 mil 234 dólares con 64 centésimos, debe ser una prioridad para que Panamá pueda participar, de manera activa, y su voto tener la validez y contundencia necesarias para la protección de la especie.
De no asistir, el Gobierno de la República de Panamá, asediado por los Papeles de Panamá y el “efecto Stiglitz”, agregaría la percepción internacional de país “coaptado” por los cazadores para restar el voto conservacionista. Es necesario ir a Eslovenia y votar en la Sexagésimo Sexta Reunión de la CBI, mostrando así la transparencia y responsabilidad del país en el esfuerzo mundial por la armonía con la naturaleza.
Presidente Juan Carlos Varela; Isabel de Saint Malo de Alvarado, ministra de Relaciones Exteriores; y Mirei Endara, ministra del Ambiente, tienen la responsabilidad de ayudar a preservar una especie viviente que requiere su compromiso de conservación. Ordenen de inmediato el pago de la cuota de Panamá para acreditar el voto efectivo del país ante la CBI. Vale más una ballena viva que muerta. Podemos ayudar a mejorar las poblaciones del mundo, votando a favor de la conservación de los cetáceos