La votación es más emocional que racional. Es un fenómeno sociológico en el que la deliberación no se ejerce estrictamente desde un plano personal, sino bajo la influencia del entorno familiar, amical o laboral. Los planes programáticos, que deberían trazar la ruta gubernamental del ganador inciden tristemente poco en las preferencias del ciudadano común. Ante la plétora de candidatos, resulta más fácil escoger por quién no votar que a quién apoyar. Revelo los sesgos cognitivos de mi decisión final. Tengo el vicio de ser franco. Comprendo, por ende, si genero malestar entre amigos e ira entre detractores. Tener mi conciencia tranquila vale más.
Tengo aversión a los fundamentalismos ideológicos. Méndez y Ameglio, en ambos extremos, fueron mis primeros descartes. Aunque comparta varias apreciaciones del representante del FAD y valoro que haya refinado el lenguaje incendiario de la izquierda primitiva, eludir dar detalles de su pretendido cambio en el modelo económico presagia mal pronóstico. Cuba, Venezuela, Nicaragua o Bolivia son ejemplos en los que la escasez se convirtió en el factor ecualizador de la población. No quiero ver jamás a Panamá en esa situación. Casi nada se puede rescatar de la arenga del exterminador de roedores. La incitación al odio contra las minorías sexuales y su rechazo a la diversidad familiar son signos fascistas perniciosos.
Blandón es una persona inteligente y creativa. Decepcionó su titubeo ético por genuflexión al proselitismo religioso, traicionando incluso a allegados que reclaman derechos para la pluralidad biológica. Ha intentado apartarse del parsimonioso y retaliador gobierno, hasta el punto de que por primera vez no parece haber contendor oficialista. Intuyo fastidio en la ortodoxia de su colectivo. Me cuesta descifrar a Gómez. Ella hace gala de retórica depurada, pero su gestión como procuradora apenas trascendió en resultados tangibles. En sus inicios como diputada, pudo más la aversión a Martinelli que la sensatez sobre la intoxicación neonatal con alcohol bencílico. Aparte de la falta de prohibición local de una heparina usada por décadas en muchos países (había solo alerta precautoria de FDA), era claro que el suceso ocurrió por un grueso error de cálculo en la preparación de la infusión. Explotar el dolor de víctimas para satisfacer revanchismos fue una actitud deplorable. Rencor y venganza son siempre perniciosos.
La corrupción es indignante. Es el flagelo que favorece pobreza y desigualdad, pese al sostenido crecimiento económico. Gran parte de la culpa proviene de los partidos políticos durante los últimos 30 años. Roux, tipo audaz y ejecutor, no se ha distanciado de figuras políticas de turbia reputación. Aunque algunos funcionarios han sido acusados injustamente, la percepción de que se robó es abrumadora. Cortizo también me agrada. Posee carisma, sensibilidad social y buenos asesores técnicos, pero un caudal de diputados maleantes y cómplices de la dictadura pulula alrededor. Lombana exhibe inexperiencia pública y débil bosquejo escrito de gestión, pero entusiasma su coherencia intelectual y discurso de decencia. Estoy, por tanto, dispuesto a arriesgarme en la aventura de elegir al primer mandatario de libre postulación para dirigir el destino de nuestra nación. Gane quien gane, sin embargo, contará con mi colaboración desinteresada en asuntos de salud pública. Panamá está por encima de todo.
El autor es médico